Alfonso Reyes en la Tarahumara

"Han bajado los indios tarahumaras,/ que es señal de mal año y de cosecha pobre en la montaña./ Desnudos y curtidos,/ duros en la lustrosa piel manchada,/ denegridos de viento y sol,/ animan las calles de Chihuahua,/ lentos y recelosos,/ con todos los resortes del miedo, contraídos, /como panteras mansas./ Desnudos y curtidos,/ bravos habitadores de la nieve/ -como hablan de tú-,/ contestan siempre así la pregunta obligada:/ -"Y tú ¿no tienes frío en la cara?"/ Mal año en la montaña,/ cuando el grave deshielo de las cumbres/ escurre hasta los pueblos la manada/ de animales humanos con el hato a la espalda.."

Escrito y publicado en Buenos Aires (1934), "Hierbas del Tarahumara" es un poema insólito en la producción de Alfonso Reyes. Leerlo hoy sobrecoge por dos razones: la permanencia de la tragedia en esa región fundamental de México y la imposibilidad de verdadero contacto entre dos países que jamás han llegado a formar una verdadera nación. Reyes no logra trascender las rejas de su tiempo y su medio. Si bien puede ver en los indios "otra belleza que la acostumbrada" es incapaz de desanimalizarlos, de considerarlos sus auténticos semejantes.

Releer y ampliar el canon

El desastre del hambre y la sequía nos da paradójicamente la oportunidad de enfrentarnos a la poesía de Reyes. No sabemos qué hacer con ella ni siquiera ahora que tanto vuelve a hablarse de él, aparecen muchos libros nuevos y se inicia la publicación de su Diario. Reyes está en la misma posición de su contemporánea Gabriela Mistral. Ambos quedan entre el modernismo y la vanguardia, entre Rubén Darío y Pablo Neruda, y no son ni una cosa ni otra. De allí también provienen su interés y su singularidad.

Para releer a nuestro clásico es preciso ampliar el canon de su poesía con la inclusión de sus poemas en prosa, sus versiones poéticas, sobre todo La Ilíada en versos modernistas, y de aquellos textos que carecen de solemnidad en su tono y de un propósito serio. Es decir, lo que en inglés llaman lightpoetry. La poesía, entre otras muchas cosas, es un juego. Negarle el título de poeta a Reyes porque a veces escribió de manera desenfadada, sería como impugnar la lírica de Quevedo porque no siempre hizo poemas trágicos y dolientes.

Reyes se aparta muchas veces del tono dominante en el siglo pasado. No cierra los ojos ante los aspectos dolorosos de la existencia pero es sobre todo un poeta de la alegría y de todas las cosas que hacen menos intolerable nuestra vida. Casi niño, en Monterrey, elige la veta parnasiana y gracias a ella tiene su primer acercamiento a la Grecia clásica. A los 16 años, en "De mi prisma" ("Nadie invoque a la musa de...

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