El agua y lo demoniaco

AutorJavier Sicilia

Independientemente de la tentación, lo demoniaco está en haber comido de ese fruto. Para comprenderlo es necesario ir a las raíces de las palabras "fruto" y "comer". Fruto significa goce y provecho. Comer es tomar algo con violencia -en este caso el fruto del conocimiento y reducirlo a uno mismo. Lo demoniaco, el mal, es entonces haber tomado el fruto del conocimiento, que está hecho para la contemplación y el servicio, con el único objeto de gozar y aprovecharse de él para uso personal. O, en otras palabras, es usar el conocimiento para apropiarse de los dones de la creación que, como dones, son para todos.

Visto desde allí, todo egoísmo es expresión del mal. Sin embargo, de todos los egoísmos, el que nació con la sociedad económica moderna, y que se define como capitalismo, es, en este orden de la poesía, el peor de todos. El capitalismo -que está también de otra manera en el socialismo o en el comunismo- no ha hecho otra cosa que aplicar el conocimiento, a través de la tecnología, para la apropiación y el uso de todo lo existente. El mundo para él no es, como lo expresa el Génesis, y lo preserva la tradición poética de las religiones, un asombroso regalo que hay que cuidar, proteger y compar-tir, un don de Dios, una imagen sensible de lo que nos sobrepasa o un doble del cosmos, sino una resistencia a vencer y a someter para fines utilitarios y personales; materialidad apropiable y utilizable para la maximi-zación del dinero.

Esta lógica depredadora, este egoísmo sistémico ha llevado lo demoniaco en México a extremos insospechados. No sólo, en su rostro criminal, a la utilización industrial y privatizadora del cuerpo humano -redes de trata y secuestros-, sino, en su rostro gubernamental, a la privatización y al arrasamiento de la tierra y su entraña. Lo que a todos pertenece como regalo de la vida, lo demoniaco lo ha ido convirtiendo en un puro bien económico que puede y debe ser explotado para uso y provecho de unos cuantos. El más reciente y espantoso objetivo de esa lógica es el agua, uno de los dones fundamentales para la vida humana y sus culturas. Bajo el supuesto de que el agua, como bien económico, ha comenzado a escasear -un argumento absurdo porque el volumen del agua en nuestro planeta es el mismo desde hace millones de años- y de que es necesario construir mayor infraestructura para distribuirla, el gobierno quiere entregarla a empresas privadas para que construyan las obras y administren el agua.

Lo que el argumento guarda...

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