La evolución de la producción agropecuaria en el campo mexicano: concentración productiva, pobreza y pluriactividad

AutorHubert C. de Grammont
Páginas85-117

Hubert C. de Grammont. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: .

Page 85

Introducción

Existen diferentes perspectivas analíticas sobre la evolución del sector agropecuario en las últimas décadas. Es posible ubicar dos posturasPage 86 principales opuestas; la primera plantea la existencia de una crisis prolongada del campo y de la economía campesina; la segunda destaca el éxito del proceso de modernización tecnológica, reestructuración productiva, incremento de la producción y de la productividad. Ambas reflejan parte de la realidad y sus discrepancias tienen que ver con sus perspectivas sobre cuál debe ser el futuro del campo (Rosenweig, 2005). Los primeros defienden la pequeña producción familiar y el fomento del mercado interno para lograr un crecimiento con equidad y desarrollo sustentable; los segundos creen que la concentración de la producción es indispensable para ser competitivo en el mercado internacional. Cuando analizan la evolución del sector agropecuario unos enfatizan el debilitamiento de la economía campesina y el empobrecimiento de la población rural por falta de fuentes de empleo; mientras que los otros destacan el incremento de la capacidad productiva de las empresas y de las exportaciones. Los primeros privilegian el análisis de la microeconomía que refleja el bienestar de la población; los segundos se preocupan por la buena salud de la macroeconomía que mide la fortaleza de las empresas. De hecho, ambos procesos coexisten, son complementarios, inherentes al desarrollo de una economía capitalista subdesarrollada incapaz de ofrecer las fuentes de empleo necesarias a su población nacional.

El papel de la agricultura como motor para propiciar el desarrollo industrial es un lugar común en la literatura clásica. Una agricultura dinámica era la condición indispensable para tener una sinergia funcional entre el campo y la ciudad. La prosperidad agrícola daba lugar a procesos de concentración y acumulación de capital en el sector, aseguraba un abastecimiento adecuado de las ciudades en bienes de consumo y en insumos industriales y permitía establecer flujos de migración de la población rural sobrante hacia el sector industrial urbano. Esos procesos eran profundamente conflictivos, pero, al fin y al cabo, había una especie de lógica macroeconómica que posibilitaba un crecimiento económico beneficioso para gran parte de la población. Permitía, en particular, la existencia de un estado de bienestar relativamente eficiente. En cierta medida ésta fue la situación de México durante el “milagro mexicano”.

Diferentes estudios han demostrado que esta relación se ha modificado de manera considerable ante la globalización, pues elPage 87 crecimiento industrial no depende más de la prosperidad de la agricultura. Los procesos de automatización de la producción han mejorado la rentabilidad del capital, pero no permiten la creación de las fuentes de empleo necesarias sobre todo en el contexto de un importante crecimiento demográfico; frente a las nuevas condiciones de un mercado de trabajo escaso, flexible y precario las corrientes migratorias se modificaron, en particular los tradicionales flujos del campo hacia la ciudad. Ni siquiera parece que la dinámica de la agricultura tenga efectos positivos sobre el desarrollo rural y el nivel de bienestar de su población. Constatamos que ahora coexisten procesos de intenso crecimiento agropecuario con la expansión de la pobreza rural, lo que contradice todos los planteamientos desarrollistas hechos hasta la fecha. Las sinergias entre los sectores de la economía que funcionaron más o menos en tiempos de las economías nacionales ya no dan resultados con la globalización.

Sin duda, el milagro mexicano, que resultó de las políticas de desarrollo internas aplicadas durante dos décadas (1950-1970), encontró sus límites frente a la globalización. Su capacidad competitiva fue insuficiente para resistir el embate del mercado internacional y esto obligó a una profunda reestructuración productiva de las empresas. En ese marco el gobierno de Salinas de Gortari (1989-1994) optó por acelerar los procesos de apertura y privatización de la economía nacional, siguiendo el modelo propuesto por el Banco Mundial y el FMI, que ya había sido aplicado por algunos países latinoamericanos, Chile muy particularmente. Después de quince años de iniciado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y de haber concluido el periodo de transición de la apertura comercial con Estados Unidos y Canadá el primero de enero de 2008, tenemos mayores evidencias empíricas para analizar los cambios ocurridos en nuestra agricultura.

Sin embargo, como se expone en este trabajo, el TLC no es el punto de partida ni de los cambios económicos, ni de los procesos de reestructuración, ni siquiera de los cambios en las políticas públicas. No nos encontramos ante procesos que se inician con la apertura comercial y las nuevas políticas de ajuste estructural, sino ante tendencias de más largo plazo. Por lo general, la crisis financiera y la devaluación de 1982 son consideradas hitos que marcaron el inicio de la etapa actual delPage 88 desarrollo agrícola. Estas tendencias se profundizaron con la aplicación masiva de las políticas de privatización y apertura comercial durante el sexenio de Salinas de Gortari; la devaluación de diciembre de 1994 que desató la crisis de la cartera vencida, especialmente grave en el sector agropecuario; la expansión de la privatización y la total apertura comercial a partir del primero de enero 2008. Por eso, este estudio se enfoca en las tres últimas décadas.

El artículo consta de dos partes. En la primera analizaremos la evolución de la producción agropecuaria a través de su producción física (superficie, rendimientos y volumen) y el comportamiento de sus variables económicas (precios, valor de la producción, productividad, producto interno bruto agropecuario, exportaciones). En seguida, estudiaremos el sector hortícola agroexportador por ser el más dinámico y después pasaremos de la macro a la microeconomía con el análisis del comportamiento económico de los hogares agropecuarios, su evolución numérica y su ubicación frente a la línea de pobreza de acuerdo con la edad y el nivel educativo de los jefes de hogar. Damos especial importancia a la famosa “pluriactividad campesina”, por lo que examinaremos la composición y dinámica de sus ingresos para precisar cuál es la importancia de la actividad agropecuaria frente a las demás actividades desempeñadas por la familia fuera de la finca. También analizaremos la tasa de ocupación en función del nivel de pobreza y de la educación del jefe del hogar.

El artículo concluye con una reflexión sobre los datos que se encontraron durante la elaboración de este trabajo; asimismo, incluye algunas pistas para la toma de decisiones en torno a esta problemática.

La evolución de la producción agropecuaria
La superficie cultivada

Con el reparto agrario la superficie cultivada se incrementó de manera notable durante el siglo XX. Desde hace más de treinta años se estabilizó entre los 21 y 22 millones de hectáreas (gráfica 1). Sin embargo, constatamos importantes cambios en la estructura productiva: 1) la superficiePage 89 de los cereales disminuye constantemente a partir de 1985 por la reducción del arroz y del trigo (menos de 200 mil hectáreas), mientras que el maíz se mantiene en alrededor de 7.5 millones de hectáreas; 2) los forrajes se duplican desde la misma fecha (2.5 a 5.9 millones de hectáreas), reflejando tanto el crecimiento de la ganadería extensiva con praderas naturales (1 millón de hectáreas en 15 años) como su modernización, en particular de la ganadería lechera, con cultivos intensivos de pastizales; 3) Los frutales crecen en 62% (839 mil a 1 millón 360 mil hectáreas) mientras las hortalizas lo hacen en cerca de 50% (320 mil a 620 mil hectáreas) gracias a su competitividad en el mercado internacional; 4) el resto de los cultivos se mantiene o disminuye sensiblemente.

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Los rendimientos y el volumen de la producción

Para analizar la evolución de los rendimientos y el volumen de la producción, escogimos los dos cultivos más representativos del país:Page 90 el maíz, principal producto de consumo popular, y el jitomate, principal producto de exportación. En ambos cultivos, constatamos a nivel nacional un crecimiento constante y de largo plazo de los rendimientos desde la revolución verde. En 25 años el rendimiento medio nacional del maíz creció en 67% (1.8 a 3.0 toneladas), manteniendo a lo largo del período la misma tasa de crecimiento que durante la revolución verde (gráfica 2). Por su lado, el rendimiento medio nacional del jitomate creció en cerca de 60%, pasando de 19 a 32 toneladas por hectárea. Sin embargo, estas medias nacionales esconden grandes diferencias regionales y por empresa como veremos enseguida.

[VEA LA GRÁFICA EN EL PDF ADJUNTO]

Los incrementos promedios en los rendimientos tuvieron un fuerte impacto positivo sobre el volumen de producción con muy pequeñas variaciones en la superficie sembrada: sobre una superficie de alrededor de 7.6 a 7.9...

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