Agradece al titular del TSJDF su intervención y agrega denuncias

Señor director:

Quiero agradecer al semanario Proceso la publicación de una carta firmada por mi madre en la edición número 1846 {Pide al titular del TSJDF intervenir en un juicio anómalo), y al presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDG), magistrado Edgar Elias Azar, su intervención para que se imparta justicia en los juicios 115/2012, 112/2012, 116/2012,117/2012 y 118/2012, radicados en el Juzgado 38 de lo Familiar del Distrito Federal.

Sin embargo, se han suscitado otros hechos no menos gravosos que los denunciados en la carta referida, y la presente busca darle continuidad. En los juicios mencionados, radicados inicialmente en el Juzgado 38 de lo Familiar, a cargo del juez Juan Tapia Mejía, se presentaron serias anomalías por parte de dicho juzgador, por lo que tuve que recurrir a la denuncia directa en su contra por los delitos de retardo de justicia, cohecho, hostigamiento sexual hacia mi persona y los que resulten.

Es lamentable que un impartidor de justicia exija dinero para fallar en favor de una persona honesta y de escasos recursos como yo, y resulta todavía más penoso que al negarme a entregarle la suma de dinero, me haya pedido favores sexuales, hechos que denuncié ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, a través de la Fiscalía Central de Investigación para Servidores Públicos, donde se integró la averiguación previa FSP/B/ T3/00664/12-03.

Tales hechos también los denuncié ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, donde presenté un acta circunstanciada que integró el expediente CDHDF/ll/122/ CUAUH/12/D1771.

Los hechos son amplios y detallados. Para explicarlos en breves líneas expongo que el juez Tapia Mejía, aprovechándose de su posición, retenía los expedientes en su oficina con el claro propósito de que yo me presentara con él en su privado para hacerme insinuaciones de tipo sexual y económico, lo cual ocurrió en varias ocasiones. Y sus pretensiones malsanas llegaron al grado de que me propuso que nos viéramos fuera del juzgado, en un "lugar privado para hablar" de mi asunto, ya que regularmente me decía que en mi caso "había mucha gente involucrada".

Incluso me proporcionó su número telefónico que está registrado en las listas del TSJDF, pidiéndome que lo guardara como un secreto y no se lo comunicara a nadie. Al percatarme de su actitud y del alcance de sus pretensiones y amenazas, procedí a interponer una queja administrativa de disciplina y ética...

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