Con ADN musical

AutorLuz Minero

Enamorarse de un arte tan sublime como la música no puede provocar otra cosa que no sea transmitirlo a los seres más queridos y cercanos. Y en estos casos, este amor ha pasado directamente a la familia a través de generaciones.

Unos dicen que es un don de nacimiento, otros que es una disciplina que se debe aprender desde pequeño y algunos más que nace por la necesidad de sobrevivir.

En las familias Gómez, Muraira y Flores se ha transmitido la tradición de la música por estas tres distintas razones.

Una pasión heredada

Un niño, hijo de un violinista empírico, toma el instrumento de su padre. Él le pregunta si le interesaba la música y el pequeño, sin pensarlo, le contesta que sí. Al día siguiente el violín es vendido por el padre.

Hasta que creció, Ricardo Gómez Chavarría, uno de los fundadores de la Orquesta Sinfónica de la UANL, entendió la acción de su padre, quien no dejó que aprendiera el oficio de la misma manera que él.

"Fue y me compró un libro de lectura musical, de solfeo, y me dice: 'Estudia solfeo y ya que aprendas te compro el violín'", recuerda Gómez con ojos nostálgicos.

A sus 9 años no entendía la decisión de su padre, pero ahora, el instrumentista profesional de 77 años lo agradece porque de ese sabio gesto nacieron tres generaciones de músicos y una gran trayectoria.

Dos de sus tres hijas, María Teresa y María Lourdes, han seguido el arte que su padre les enseñó desde los 5 años y lo han transmitido a sus hijos.

Crecer con la música ha sido el principal factor para desarrollar la habilidad, señala Teresa.

Lourdes también guarda anécdotas de la época en la que ella y su hermana formaron parte de la Orquesta de Coahuila, a los 14 años, bajo la dirección de su padre, en 1979.

"Eramos las únicas mujeres que pertenecíamos y puros hombres y mucha gente grande, de arriba de 60 años", recuerda.

Ricardo ha transmitido el legado de su padre y así como él logró superarlo con la profesionalización de la música, señala que ahora sus nietos hacen lo mismo con él.

Guillermo, de 28 años, y Hamaury, de 24, estudian en la Escuela de Música de la Universidad de Baylor.

"Mi abuelo siempre ha sido mi brazo derecho en la música clásica, en toda mi carrera, él siempre me apoyó desde que empecé, lo vi a él como un modelo", dice Hamaury, quien ha recibido reconocimientos como el de Violines por la Paz en España.

Giovanna, de 22 años, es maestra de coro en la Orquesta Esperanza Azteca y de música en el Saint Josep Learning Center. Y Maydele, de 19...

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