"Adiós señor Haffmann"

AutorJavier Betancourt

En primera instancia, la situación desesperada de ser judío en una Francia donde la política de Hitler permite que aflore el antisemitismo endémico; en una segunda, la claustrofobia de quedar atrapado en la tortuosa dinámica de una pareja con problemas de intimidad, y la última, el bloqueo del rodaje durante la explosión del coronavirus, con el consecuente saqueo de las muy cuidadas locaciones.

El trío de actores, afortunadamente, sostiene la continuidad de sus personajes: Daniel Auteuil (Monsieur Haffmann) como el joyero que se ve obligado para impedir la confiscación de su tienda por los nazis, de poner el negocio a nombre de su aprendiz, Gilles Lellouche (Francois Mercier), y la esposa de éste, en la estupenda actuación de Sara Giraideau.

Cavayé no pierde pulso aunque se note un tanto la estructura teatral y las metáforas dramáticas sean convencionales, como la cojera de Mercier que señala el aspecto diabólico de su personaje. Asimismo, la reducción de extras, de 120 a solamente cuatro, impone el código de interiores, intimidad y encierro.

El señor Haffmann no sabe que al ofrecer esa gran oportunidad a un tipo que parece inofensivo, honesto y de poca imaginación, ha vendido su alma al diablo; la mediocridad frente al poder, la envidia cara al talento y la imaginación, la esterilidad ansiosa de fertilidad. A medida que Mercier descubre que puede explotar la creatividad de su exjefe, la dimensión de sombra crece y vampiriza a Haffmann, al que somete a las peores humillaciones; todo, en sentido opuesto a la humanización y la...

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