Acerca de La Sedeña: entre la soberbia y la cerrazón

De Héctor Ramírez Parra

Señor director:

El general de cuatro estrellas Salvador Cien-fuegos no se debe al presidente Enrique Peña Nieto, quien lo designó secretario de Defensa. Se debe a su gran jefe: el pueblo de México.

En consecuencia, debe rendir cuentas cuando se le solicite, y como militar que es no debe cuestionar a la autoridad civil, menos aun cuando se han detectado posibles deficiencias y omisiones en el cumplimiento del deber de oficiales y tropa. No estamos en una dictadura ni los ciudadanos somos soldados. Por eso México es una democracia, donde el poder civil es el que rige al sistema político.

De este modo, en el curso de una investigación por parte de la autoridad civil, el general debe permitir que ésta se desarrolle sin poner peros ni obstrucciones, pues los hechos dirán si debe castigarse a alguien o no.

No es trabajo de un militar ser juez y parte; está obligado a facilitar las actuaciones de los funcionarios del Poder Ejecutivo, al igual que de entidades como la CNDH y la CIDH, ya que con los impuestos que paga la ciudadanía -desde obreros y empleados hasta empresarios y las demás personas...

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