Acerca de La caída masculina

AutorLa Redacción

Señor director:

Escribo profundamente ofendido e indignado por el artículo de Denise Dresser publicado en Proceso 1783, del 2 de enero de 2011, con el título La caída masculina.

La señora Dresser retoma una idea que Hanna Rosin publicó en The Atlantic Monthly para afirmar, entre otras cosas, que la mujer ya no necesita al hombre ni para embarazarse. Bueno, a menos que utilice esperma de ballena, supongo que no puede prescindir aún del todo de los hombres.

Pero la señora Dresser olvida que en la historia han sido muchos los hombres que contribuyeron a la subsistencia del ser humano, incluyendo a las mujeres. También olvida que, aún en estos días, las mujeres suelen igualmente ser promiscuas y engañar a sus esposos con otros hombres. No dudo que muchas también lo hagan con mujeres. Además de que no son pocas las que usan su cuerpo como herramienta de ascenso.

Asimismo, olvida la señora Dresser que los hombres también trabajamos, sudamos, nos esforzamos y, aun así, algunos ceden el asiento a las mujeres, a pesar de que muchas no agradecen siquiera. Supongo que dan por hecho esa “obligatoriedad”, aunque no sé cuál es la razón, pues “somos iguales”.

Todo esto me ha hecho recordar un programa de hace años, conducido por Mike Wallace, donde se discutía lo que era la pornografía. Y la estrella porno Nina Hartley le dijo a una feminista, obesa y fea, así como desarreglada, palabras más, palabras menos, que no hablara por Nina Hartley; que ella, la feminista, hablara por ella misma, pues Nina Hartley hacía porno porque le gustaba el sexo. Y enseguida preguntó directamente a la feminista: “¿Cuándo fue la última vez que te tocó un hombre con deseo?”. A lo que la pobre feminista respondió con una cara de total sorpresa y un silencio...

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