En Acatlán, linchamiento difundido en tiempo real
Autor | Gabriela Hernández |
PUEBLA, PUE.- A sus 22 años Ricardo Flores Rodríguez era un joven como muchos: le gustaban el futbol, el hip hop y el rap; cursaba la carrera de derecho en Xalapa y en su tiempo libre vendía chips para celulares.
Su tío Alberto Flores Morales, de 43 años, era albañil pero también aprovechaba cada temporal para sembrar su parcela y esperar las cosechas. Hacía poco que había rehabilitado un pozo de agua para regar sus plantíos.
La mañana del pasado 29 de agosto don Alberto se subió a su camioneta Explorer y junto con su sobrino recorrió los 10 kilómetros que separan a las localidades de Tianguistengo y San Vicente Boquerón, municipio de Acatlán, en la mixteca poblana. Iban a comprar un camión de arena para construir una barda; en el camino decidieron visitar a un familiar para pedirle unos guajolotes y llevarlos a su casa.
El albañil y el estudiante no sabían que dos días antes en las redes sociales comenzaron a circular innumerables mensajes sobre el presunto robo de niños, lo que provocó una paranoia colectiva en la población a la que llegaron.
Ambos estaban ingiriendo bebidas alcohólicas en la vía pública cuando fueron detenidos por uniformados municipales y llevados a la comisaría, donde fueron encerrados. Sin embargo, poco después comenzaron a llegar al lugar decenas de lugareños, quienes acusaron a los detenidos de intentar robarse a dos niños y los sacaron a la calle.
Ahí, a grito de "¡El pueblo, unido, jamás será vencido!", la muchedumbre congregada en las inmediaciones de la comandancia municipal de Acatlán de Osorio atacó a don Alberto y su sobrino. Mientras eran golpeados por decenas de indignados pobladores, otros, como Francisco Martínez Díaz, comenzaron a grabar la escena con sus celulares.
Los más enardecidos les prendieron fuego. La grabación continuó; incluso registró el momento en que don Alberto, casi casi carbonizado, se incorporó e intentó sentarse. Uno de los lugareños le lanzó gasolina para avivar las llamas. Otros organizaron una cooperación de cinco pesos para pagar el perifoneo e invitar a más pobladores al lugar del linchamiento y para recompensar a quienes se encargaron de golpear y calcinar a los presuntos robachicos.
En Baltimore, Maryland, donde trabaja limpiando casas, la madre de Ricardo, María del Rosario Rodríguez, vio parte del linchamiento de su hijo y de su cuñado Alberto en una de las transmisiones difundidas en vivo a través de Facebook. De inmediato envió mensajes por esa misma vía en los que decía que...
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