La Academia Mexicana de Ciencias Penales: una prospectiva

AutorRené González de la Vega
Páginas60-61

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Yo veo una Academia Mexicana de Ciencias Penales abierta y moderna, alejada de los claustros y el encierro y bien enterada de las demandas y percepciones de la población en torno a la actividad criminal y a los medios puestos a funcionar para su prevención y juzgamiento; una Academia bien posicionada en el seno de la sociedad, y como un referente obligado en los foros nacionales e internacionales, cuando de conocer los ejes centrales de sus estudios —delito, pena, delincuente y víctima— se trate. No en balde logra reunir en su comunidad científica a las mejores mentes del país en el iuspenalismo, la criminología y la criminalística, como ciencias centrales que la informan.

Advierto que es mucho su potencial para difundir la cultura jurídico-penal y los medios, alcances y efectos de las ciencias empíricas que apoyan con enorme certidumbre el estudio y el conocimiento del fenómeno criminal y del delincuente y la víctima del delito. Hoy más que nunca la sociedad mexicana y la del resto del mundo se interesan en estos temas por su activa presencia; se interesan en que sean los especialistas en esos temas los que brinden respuestas sólidas y no improvisadas ante el delito y sus perniciosos efectos, y en que una corporación colmada de conocimiento y experiencia sea, precisamente en esta hora, la que esté en mejores condiciones de analizar problemas y ofertar respuestas de manera objetiva e imparcial.

México, lamentablemente, ha ingresado a esa relación de naciones que a ojos vistas de la opinión pública mundial y, por supuesto, nacional, padece de una intensa actividad criminal y sufre sus secuelas, las derivadas de la propia actividad del delincuente y las emergentes de la actividad del Estado para contenerlas y reprimirlas. Tenemos aquí y ahora el problema y debemos apuntar y apuntalar, entre todos, las respuestas más atinadas, las que no impliquen desvíos del Estado de Derecho y, lo más esperado: eficacia en las acciones.

Una posición crítica no implica una posición antagónica o perennemente contraria a las respuestas asumidas por quienes deben darlas desde el poder público; quiere decir, mu-Page 61cho más amplia y generosamente, que con mirada enterada se pueden analizar los fenómenos antisociales y se pueden generar soluciones adecuadas para evitarlos y, en su caso, sujetarlos al orden jurídico, sin detenerse en trabazones o prácticas que son dif íciles de desmantelar ante las urgencias, que siempre derrotan lo importante. La razón...

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