Abundancia

AutorFabrizio Mejía Madrid

Así que contigo, oro ostentoso, duro alimento de Midas, no quiero nada.

Tampoco, con el vulgar y pálido esclavo entre los hombres.

Por elegir "el desmedrado que nada promete", el plomo -que la alquimia hizo precursor mágico del oro-, Bassanio se queda con la chica y su fortuna y, con ello, da cuenta de su astucia para no mostrar su codicia. El oro, visto por Shakespeare como algo aparatoso y petulante, y la plata como dinero para el simple intercambio entre los hombres, no son aptos para un caballero pobre. El matrimonio es, por su lado, percibido como el plomo de los alquimistas, algo que debe trabajarse para que sea oro y que implica un riesgo, justo como se describe el negocio que el mercader de Venecia, Antonio, tiene: su "comercio por los mares", es decir, barcos con mercancías. Como sabemos, Antonio le pide prestado a Shylock 3 mil ducados, poniendo como garantía su propia flota mercante y la expectativa de ganar "nueve veces más" que la deuda. El préstamo no es para él, personaje que mira el mar con melancolía de soltero, sino para su amigo que se va a casar. Pero sus barcos naufragan y entonces Shylock hace cumplir su contrato: en caso de no pagarle con intereses, el prestamista judío tiene la potestad de obtener una libra de la carne del deudor. Un pedazo de su cuerpo. Y se van a juicio.

Traigo a colación esto por lo que giró en torno a la detención del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, esta semana. No sólo es la cantidad robada y desviada del erario con la invención de empresas fantasma, agua en las quimioterapias populares, y traslado de efectivo en vuelos desde Toluca -3 mil millones de dólares, calculan los que suman-, sino el descaro con el que se hizo. El escándalo es la medida de la moral social, y los reclamos al presidente por solapar la corrupción de sus gobernadores, lo orillaron a ampliar su tesis del "humor social": "Ningún chile les embona". El repudio colectivo al tipo de avaricia de su sexenio lo retrata Shakespeare: hay una diferencia entre ostentación de la riqueza, la inmoralidad negociante, y ganarse el pan. El oro, la plata y la piñata.

Solemos pensar que el dinero es neutro. Los liberales inventaron que sólo es un equivalente común para facilitar los intercambios. Un esclavo que es empujado entre los déspotas. Pero hay una violencia en la moneda. Los economistas Michel Aglietta y André Orléan lo describieron hace más de 30 años: "Los liberales presentan a los que intercambian como simétricos: la demanda...

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