De cómo abdicó de su padre, del panismo y de la ética...

AutorJorge Eugenio Ortiz Gallegos

Después de su renuncia en 1981, seguí en contacto por correspondencia con Luis (Calderón Vega) y lo visité varias veces en su casa en Morelia. Desde Kenya le mandé una fotografía donde aparece mi guía Kikuyo, mostrando uno de sus libros, tal vez Retorno a la tierra . El 14 de febrero de 1984 me escribió que le habían amputado una pierna, pero se encontraba con la misma vida espiritual. Murió en 1989, aquejado por hemiplejías que fueron impidiéndole la movilidad, hasta el extremo de ser conducido en silla de ruedas.

No he podido encontrar su libro Carta a mis hijos. El cisma del PAN 1975 . En carta manuscrita del 20 de marzo de 1984, me decía: “No sé si me atreva a publicarlo, pues pienso que hacerlo perjudicará más las posibilidades de mis hijos panistas”.

En enero de 1991, una vez terminados los asuntos del orden del día de la junta del Comité Nacional del PAN en las oficinas de la calle de Ángel Urraza, Luis H. Álvarez presentó la propuesta, que hicimos varios miembros del comité, de hacer un homenaje a don Luis Calderón Vega, muerto dos años antes.

Felipe Calderón Hinojosa, que no tenía derecho de estar en el Comité Nacional, ya que como jefe de la juventud panista debió de retirarse a los 26 años, golpeó la mesa inmediatamente para lanzarse contra las personas sugeridas para hablar en el homenaje: José González Torres, quien había sido presidente del partido y candidato a la Presidencia de la República, y Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, que había sido por todos conocido como el gran amigo de Luis Calderón Vega.

Varios miembros del comité insistieron a Felipe que el homenaje a su padre era necesario para rendir tributo al gran panista que fue, aunque hubiera renunciado al partido en 1981. Felipe volvió a golpear la mesa cuando habló el diputado Fernando Canales Clariond tratando de convencerlo. Luis H. Álvarez dio por terminada la sesión.

Inmediatamente apareció doña María del Carmen Hinojosa viuda de Calderón, que había estado escuchando todo en la sala de espera del partido, y me abrazó. Todos los miembros del comité le fueron dando, uno a uno, el pésame.

El fundador del Yunque, Ramón Plata Mo- reno, fue asesinado en 1979, y quedó como dirigente David Díaz Cid. Entrenaba a los jóvenes con un lenguaje y requisitos extraños, como si fueran un grupo militar, en vez de cívico. Organizaban huelgas en la Universidad de Puebla antigua, muy cerca de la oficina que yo tenía instalada en los bajos de la calle de Arronte. Los antiguos fundadores...

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