En 2022, cuatro años de "austeridad republicana"

AutorEduardo Soto Millán

En países como el nuestro, no siempre se reconoce de manera genuina y real el valor y potencial de la música de concierto (sobre todo actual), como probado instrumento coadyuvante para la salud y desarrollo integral de los individuos, así como en procesos para la (re)construcción del tejido social, ni su insospechado —para muchos— poder económico, además, desde luego, de las cualidades artísticas inherentes.

En 1996 y 1998 (dos tomos, respectivamente), el Diccionario de Compositores Mexicanos de Música de Concierto. Siglo XX, editado por la Sociedad de Autores y Compositores de México con la colaboración del Fondo de Cultura Económica para el diseño, impresión y distribución en México y en otros países, registra más de seis mil obras provenientes del trabajo de más de doscientos compositores.

En la actualidad, el panorama en nuestro país da cuenta de una creciente y exuberante cantidad de compositores y una expansiva diversidad de características y estilos, lenguajes, postulados, aportaciones, indagaciones del fenómeno sonoro, etc., que conforman nuestro patrimonio cultural musical con obras de cámara y para orquesta, electrónicas, puras e híbridas; para teatro, para danza, cine, exposiciones... Sin duda, México está produciendo una riqueza portentosa —en calidad y cantidad-— del arte musical de concierto: obras, compositores e intérpretes.

Tal vitalidad conlleva la necesidad de abrir más espacios para apoyar la creación y difusión de la música mexicana de concierto de nuestros días. Bienvenidas las convocatorias tipo concurso, pero no son suficientes. Es preciso establecer desde los gobiernos, federales y estatales, criterios e instrumentos de ley para su inclusión en las programaciones cotidianas de los...

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