Zuraya Monroy Nasr, El problema cuerpo-mente en Descartes: una cuestion semantica.

AutorCohen, Diana
CargoRese

Zuraya Monroy Nasr, El problema cuerpo-mente en Descartes: una cuestión semántica, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2006, 186 pp.

No está dicho todo sobre el legado de Descartes. Prueba fehaciente de su estado inconcluso es el análisis de la problemática de la interacción entre las sustancias que nos presenta una especialista en la obra cartesiana, Zuraya Monroy Nasr, en un texto cuyas páginas merecen ser leídas en clave filosófico-interpretativa.

Tal vez quien mejor ha presentado el núcleo del problema es Descartes mismo, de quien la autora cita un pasaje iluminador extractado de su epistolario. En una carta del 28 de junio de 1643, Descartes le confiesa a la Princesa Elizabeth, que:

las cosas que pertenecen a la unión de la mente y el cuerpo, únicamente se conocen oscuramente por el entendimiento solo, incluso si el entendimiento es auxiliado por la imaginación, pero éstas se conocen muy claramente por los sentidos. De donde se sigue que aquellos que no filosofan jamás y que no se valen más que de sus sentidos, no ponen en duda en absoluto si la mente no mueve al cuerpo o si el cuerpo no actúa sobre la mente. Ellos consideran que una y otro son una sola cosa, esto es, conciben su unión, pues concebir la unión que hay entre dos cosas es concebirlos como una sola cosa. (ATIII 691-92; pp. 63-64) No es casual que la autora cite este pasaje en uno de sus argumentos nucleares en defensa de la coherencia cartesiana. Es más: creo que la línea conceptual no explícita que recorre el exhaustivo análisis de la obra expresa cierto intento de reconciliar el supuesto racionalismo a ultranza de Descartes con la sensibilidad y el cuerpo, parafraseando al filósofo, con esos no filósofos que irreflexivamente concilian lo que el análisis cartesiano descompone y analiza para de inmediato unirlo semánticamente.

En las primeras páginas, un análisis minucioso acompaña a las sagaces objeciones de Amauld. En esos pasajes, Monroy Nasr comienza por reconocer que las objeciones del corresponsal de Descartes permanecen aún vigentes, tanto es así que algunos autores contemporáneos recurren a ellas para reforzar sus críticas al dualismo cartesiano, si bien pasando por alto el importante efecto que las respuestas del propio Descartes produjo en el pensamiento de Arnauld. Ante ese escenario, la autora parece asumir la defensa de Descartes, como si quisiera reivindicar cierta justicia histórica frente al vapuleo al que fue sometido el filósofo francés por sus propios coetáneos. Pero no se detiene en los críticos del siglo XVII; su mirada también alcanza a sus sucesores, entre otros, a Cottingham, quien sustituye el clásico dualismo cartesiano con un trialismo, según el cual Descartes habría admitido que hay tres series de eventos: los que son propios de la extensión, los que son propios del pensamiento y los que son propios de la unión mente-cuerpo...

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