Zona submetropolitana / Voces en choque

Vivimos en México un punto de inflexión, que debe garantizarnos que no volveremos a vivir algo similar.

No son sólo los 43 normalistas de Ayotzinapa. Se trata de 30 mil o más desaparecidos, que han quedado tendidos por toda la nación.

Hay una lucha creciente en México entre gobernantes y gobernados, que está tocando la puerta para buscar el enfrentamiento.

Y, como en toda batalla, habrá siempre vencedores y vencidos. Lo más probable por recursos es que el gobierno venza. Así ha sido en nuestra historia... hasta que no ganen.

La violencia ejecutada por el Estado se ha acumulado de golpe y no sólo son las masacres. Es mucho peor.

Hay miles y miles de muertos que se acumulan por toda la República. Pero esta vez, con la voz de los jóvenes de Ayotzinapa, aparece una posible propuesta para realizar algo inédito, que logre reconstruir las Instituciones que hoy no funcionan.

En esta lucha, no hay inocentes. El Estado mexicano, tal como se encuentra construido, ya no da para más. No tiene autoridad moral.

Del grupo de normalistas, recordemos la noticia publicada el primero de enero de 2012, cuando incendiaron una gasolinera: "Fuentes oficiales del Gobierno de Guerrero confirmaron la muerte de Gonzalo Miguel Rivas Cámara, trabajador de la gasolinera Eva Tres, quien el pasado 12 de diciembre (2011) durante el desalojo de normalistas (de Ayotzinapa) de la Autopista del Sol, arriesgó su vida al apagar una de las bombas de combustible que había sido incendiada" (El Universal, 01/01/2012).

Se trata de un muerto más como muchos otros.

Pero: ¿Por qué los normalistas actúan como actúan? ¿Quién da cuenta de la larga historia de agravios y violencia en Guerrero? ¿Esperan que sigan siempre callados? ¿Qué no tienen derecho a levantar la voz?

Ayotzinapa es resultado de decenas de años de olvido. Igual que muchos otros lugares.

En México hay un solo Presidente y es Peña Nieto: ¿Qué no alcanza a ver su altísimo nivel de responsabilidad?

La violencia ha tocado límites que nos parecían inimaginables. No es sangre, ni bravuconadas, señor Nuño, es Justicia.

Es un problema que liga la desigualdad social con los abusos de los políticos.

Para algunos la violencia es tan común que prefieren ignorarla. Para otros, representa un grito que busca transformar las Instituciones Públicas.

Es muy difícil pensar en un cambio que surja de la nada.

Es imposible pensar que la sociedad cambie y el gobierno no.

Por eso lo que pasa es importante. No se trata sólo de dar castigo a los...

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