Zona submetropolitana / El 'efecto' Obama

El presidente Barack Obama vendrá a México en un par de semanas, luego de la Semana Santa, y los efectos de su visita ya se empiezan a dejar sentir entre la población y en la política federal.

Su origen, su discurso, sus creencias, sus propuestas parecen simples, pero están arraigadas y tienen su origen y destino en un medio normalmente hostil para él como es la extrema derecha de los Estados Unidos, (igual que la de nuestros compatriotas del Yunque del PAN, en Guanajuato, o Jalisco).

Comenta mi querido colega Miguel Sánchez de Armas en su columna "Juego de Ojos": "Una frase de la senadora Dianne Feinstein en la ceremonia de toma de posesión de Barack Hussein Obama como 44º Presidente de los Estados Unidos no habrá pasado desapercibida en los cuarteles de la pía y racista extrema derecha (de Estados Unidos): ¡La marcha desde el Memorial a Lincoln finalmente llegó a la Casa Blanca!".

Imagínese usted el abatimiento en la "John Birch Society" (la derecha de la derecha gabacha); la aflicción en el varonil club de pistoleros llamado "National Rifle Association"; el desmayo del ateneo "The National Alliance" (que pugna por un espacio vital, criollo, ario y estadounidense), o la gastritis y úlcera de los caballeros del Ku Klux Klan.

Bueno, realmente cualquier comentario sobre estas ilustres agrupaciones sobra... Sólo quedaron en sus manos, cenizas, huesos crujientes, odio y desolación... y esperar la llegada de los panistas mexicanos con Fox a la cabeza para rescatarlos de esta afrenta.

La marcha que recordó la senadora Feinstein fue la arrancada por Martin Luther King en las escalinatas del colosal mausoleo el 28 de agosto de 1963 con aquel discurso que hoy todos citan pero que pocos han leído: "¡Tengo un sueño!". King no sólo era el líder sobresaliente del movimiento pro derechos civiles, también era el más eficaz.

Discípulo de Gandhi y de Thoreau, entendió que son las aparentemente pequeñas acciones, el valor personal, el respeto al derecho de los demás, la paciencia y capacidad de sufrimiento, e incluso el sacrificio personal -más que los gritos y la metralla-, lo que al final se traduce en un cambio.

El sencillo y firme "¡No!" de Rosa Parks en un ómnibus en Montgomery en 1955, que se negó a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte de atrás del autobús, desencadenó una fuerza muy superior a la que pretendían convocar los "Panteras Negras" y los afiebrados discursos de Malcolm X a la Nación del Islam, que decía: "(Abrimos) Un gran rayo...

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