Zona submetropolitana / 2008: un año negro

Estamos a unos días de llegar al fin de año y las evaluaciones sobre lo que sucedió en este período empiezan a aparecer poco a poco. El 2008 podría ser considerado como un "año negro" para nuestro país, sobre todo en lo que respecta a la violencia y al crecimiento desbordado del crimen organizado, sin dejar de lado el derrumbe de la economía, el crecimiento del desempleo, la devaluación del peso en 35 por ciento y la paralización del consumo.

Si a esto le sumamos la impericia, la voracidad, los negocios sucios, la impunidad y la ausencia de un gobierno que sepa ejercer el poder a nivel federal, los resultados son desastrosos y sólo es, apenas, un primer acercamiento a lo que se nos viene encima en el 2009, en donde varios países europeos y Estados Unidos, prevén un año negro, que seguramente nos impactará, pese al "optimismo fantasioso" de nuestro Secretario de Hacienda, Agustín Carstens.

En el asunto del crimen organizado habría que remontarse un poco atrás para reconstruir la historia de lo que hoy sucede. La producción y venta de drogas en nuestro país tiene muchas décadas de practicarse en muy distintas formas, sin embargo, no fue sino hasta los años sesenta y setenta del siglo pasado cuando hubo cambios y mutaciones importantes en los actores criminales que dieron paso a la situación que hoy vivimos.

A lo largo de los años sesenta y setenta era frecuente que los gringos (jóvenes en su mayoría), llegaran a la frontera mexicana para regresar con sus cargamentos de marihuana, opio, cocaína o heroína, sin embargo, esta costumbre empezó a adquirir diversos niveles de sofisticación y a demandar mayores y mejores drogas para los ávidos consumidores norteamericanos.

Ya a mediados de los años setenta, había grupos criminales extranjeros que operaban abiertamente en México, con una gran capacidad organizativa y de penetración en los distintos niveles de gobierno, al grado que "todo mundo" sabía de esto, pero nunca se hizo nada al respecto.

Mientras tanto, del lado de los liderazgos criminales mexicanos, en su mayoría no eran tan organizados y se limitaban, en sus respectivos estados, casi siempre al ámbito local. Pero se profesionalizaron, se refugiaron en las sierras y en los sitios de más difícil acceso y llegaron a desplazar y sustituir a los anteriores mafiosos extranjeros.

En los años ochenta, las políticas de erradicación selectiva, el cierre de las rutas de trasiego y la intercepción fronteriza impulsaron un salto cualitativo en los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR