Zona submetropolitana / 2 de octubre ¡no se olvida!

AutorHéctor Castillo Berthier

En la Cámara de Diputados existe el Muro de Honor en donde aparecen los nombres de 77 personas, grupos e instituciones que han servido y apoyado al país en su consolidación.

Está la UNAM, el Batallón de San Patricio, los Niños Héroes, al lado de Miguel Hidalgo, Morelos, Zapata, Villa, Lázaro Cárdenas o Sor Juana Inés de la Cruz.

El jueves 20 de septiembre, con aprobación unánime, los diputados acordaron colocar la frase "Al movimiento estudiantil de 1968", el 2 de octubre de 2018, en memoria de los estudiantes masacrados por Gustavo Díaz Ordaz en Tlatelolco.

50 años de historia reflejan, con toda claridad, las huellas autoritarias de esa época que, pese a todo, sigue deambulando entre nosotros.

Es una especie de fantasma, de un destino condenado a padecer gobiernos ineptos y corruptos, que han reproducido una inmensa impunidad para salvaguardar sus intereses económicos.

¿Hemos avanzado?

Sí, sin duda alguna. Hoy existen diversos espacios de expresión que han conseguido su legitimidad con base en su firmeza y convicción.

¿Conseguimos un desarrollo político, económico y social digno de nuestra sociedad? No.

Por eso, la gente cansada apostó en las elecciones de 2018 por un cambio... que necesitamos con urgencia.

De todas formas, vale la pena rememorar esta fecha por el impacto que ha surgido 50 años después de Tlatelolco.

Y empezaré por la prensa, por los periodistas, que salvo algunos contados casos, jugaron un papel fatal, culpando de la masacre a los estudiantes.

A las 10 de la noche del 2 de octubre de 1968, el entonces Secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, hizo una rueda de prensa para explicarle a los periodistas lo que había ocurrido.

Díaz Ordaz lo había instruido: "Fueron los estudiantes los que empezaron a disparar".

En teoría, según esta explicación, la policía se vio rebasada y llamó al Ejército... Y el Ejército fue recibido por "francotiradores".

García Barragán nunca explicó quiénes fueron los francotiradores. Y no podía hacerlo, ya que los que dispararon eran agentes del Estado Mayor Presidencial, enviados por Díaz Ordaz.

El argumento era una trampa.

Y nada de eso se supo hasta que Julio Scherer publicó un "informe detallado" que le hizo llegar el nieto de García Barragán, que le sirvió para publicar con Carlos Monsiváis, el libro "Parte de Guerra: Tlatelolco 1968" (Ed. Nuevo Siglo, 1999).

En ese texto se demostró la culpabilidad de Díaz Ordaz en la matanza.

Después de Tlatelolco, García Barragán se retiró...

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