Zacatecas: Tesoros del ayer

AutorTania Romero

Fotos: Yoselín Piña

REFORMA / Enviadas

ZACATECAS, Zac.- En el número 110 de la calle de Matamoros, en lo que en algún tiempo fue una finca y aún conserva detalles de cantera labrada, vive José Varela. Desde que llegó a esta antigua casa de dos niveles, uno sobre la avenida y otro subterráneo, sabía el valor de las cosas en relación con el trabajo invertido. Cálculo fácil para cualquier economista como él.

Entonces, considerando su gusto por el arte, se "aventó" en el negocio de las antigüedades, comenzando desde lo más sencillo: comprar. Al principio no le fue mal. A esta actividad se ha dedicado durante los últimos 10 años.

A la entrada de su casa-tienda todavía se lee "La Pila. Arte y antigüedades". Apenas cruces la puerta, te encontrarás con un pequeño recibidor lleno de litografías. Don José dejará de leer su libro Historia del tiempo y te dirá: "Pásele, aquí tengo unas litografías muy bonitas, de más colores".

¿Y las antigüedades? No, no te equivocaste de lugar. Detrás de él, un gran proyector de los años 30 te da una pequeña muestra de las cosas de antaño que te motivaron a entrar ahí. Don José las guarda, como un secreto de tres cuartos y una parte importante del pasillo, en la parte baja de su casa. En el resto apenas queda espacio para sus gatos y para él.

Sus reliquias, entre las que se cuentan puertas, sombreros, balas de cañón, planchas, marcos de ventana, baúles, estufas de carbón, prendas de vestir, candelabros, bebedores de mezquite para vacas y burros, cartas, una colección de llaves y otras cosas, se ocultan porque de un tiempo para acá los compradores y coleccionistas han disminuido, una especie en peligro de extinción como una antigüedad más.

"Se trata de estar a gusto con lo que te dedicas. Pero cuando lo vende uno tan barato, te desalientas. La gente quiere comprar las piezas y no te pagan lo que quieres, entonces lo agarran a uno en un momento de "taruguez", cuando estás tan necesitado, después se queda uno muy triste. En tiempos de crisis, el arte es sobrevivir", masculla el economista.

Por eso ahora quiere utilizar sus cosas para acondicionar un taller de lectura y redacción; mientras ese proyecto cobra forma, siguen almacenadas, pero dispuestas para algún comprador. Su gran cinematógrafo, por ejemplo, se puede adquirir por 12 mil pesos.

Recuerdos en familia

"Al público lo que pida" es la frase idónea para la tienda Cazzorra...

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