Ximena Peredo / Mi propuesta

AutorXimena Peredo

Por mucho tiempo la negligencia o la corrupción de los gobiernos afectó sólo a los más débiles. Ante los pésimos servicios públicos de salud, de educación y de transporte, por ejemplo, una minoría nunca sintió comprometida su comodidad ni su seguridad: pudo pagar seguro de gastos médicos, colegiaturas privadas y comprar automóviles. México estaba dividido en dos: los condenados y los privilegiados. Hoy el crimen organizado ha desdibujado esta línea divisoria: nadie está a salvo.

La grave crisis de legitimidad en algunas importantes esferas públicas: gobiernos, religiones, mercados, está generando que por primera vez muchos perciban la crisis como un asunto global, interconectado, de la misma forma que observaron los primeros astronautas a la Tierra: un solo organismo vivo, un todo. Desde sus naves se revelaba la vida del planeta como un entero. Ni las razas, ni las fronteras, ni los credos mermaban esa visión del pequeño planeta azul, bellísimo y resplandeciente.

Ayer fue el Día de la Tierra, una fecha poco significativa para las mayorías, y que los gobiernos convierten en una fecha superflua que palomean con un discurso retórico. Lo ecológico se ha puesto tan de moda que, paradójicamente, se ha vuelto un artículo del mercado. Nos reconforta comprar productos orgánicos, aunque participemos diariamente en un sistema de explotación irracional de los recursos.

Parece que ningún esfuerzo personal basta para detener los efectos de esta crisis. De la misma forma tampoco resultan efectivos los programas o las políticas públicas que implementan los gobiernos locales o federales para mitigar el clima de inseguridad. Sus propuestas surgen de la desesperación de quien desea mejorar su propia imagen, por eso fallan cíclicamente. El poder sirve para engrandecer vanidades. Cada dependencia trabaja para la carrera política de su titular. No hay una visión integradora desde el Gobierno. Por eso el Gobierno no contesta.

Esto sucede porque no hay un diagnóstico interdisciplinario de la realidad. La inseguridad no es un problema, sino un síntoma de un conflicto mayor. De nada sirve eliminar el dolor de cabeza si el virus permanece en el cuerpo mutando...

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