Entrevista/ Xhevdet Bajraj/ Morían en Kosovo sus palabras; su vida

AutorSilvia Isabel Gámez

MEXICO.- "después de la masacre de la población civil, no queda otro camino que la independencia de Kosovo, escrita ya sobre las fosas comunes", considera el poeta albanokosovar Xhevdet Bajraj, quien desde finales de junio de 1999 reside en la Casa Refugio de Citlaltépetl, acompañado de su esposa y sus dos hijos, tras las gestiones casi secretas del Parlamento Internacional de Escritores que lograron sacarlo de su país, donde vivía amenazado.

Nacido en 1960 en el pueblo de Panorc, en Kosovo, Bajraj cursó sus primeros estudios en Orahovac y se graduó en Literatura por la Universidad de Pristina. Es autor de tres volúmenes de poemas: "Madre de Piedra" (1988), "Emblema de la Muerte" (1993, premio de la Unión de Escritores de Kosovo), y "Pieza Perdida del Paraíso" (1996).

En una semana circulará en México el poemario bilingüe Ruego albanés, el primero publicado por Bajraj en español, traducido por Ramón Sánchez Lizarralde y editado por Acrono Producciones. Sus versos recogen la experiencia de la guerra desatada por la OTAN contra Serbia, imágenes que persisten en el libro que escribe actualmente, "A la Sombra del Cactus".

"En mi poesía existe la idea de que todos somos ángeles expulsados del paraíso, al que algún día volveremos", explica Bajraj en esta entrevista, realizada transcontinentalmente de enero a marzo del 2000, gracias a la colaboración del escritor Bashkim Shehu, refugiado en Barcelona, que la tradujo del español al albanés, y nuevamente al español, a petición del director de la asociación Amigos del PIE en México, Phillippe Ollé-Laprune.

¿Cuándo y cómo supo que sería poeta?

En el momento en que la vida se me apareció desnuda y me dijo: "soy así, acéptame o déjame". Comprendí que nuestro destino fue determinado desde que Eva decidió escuchar a la serpiente en el paraíso, la patria original; desde entonces, nada puede cambiar. Las ganas de vivir o el miedo a la muerte me han obligado a ser un "rebelde irracional", mientras que la literatura ha sido y sigue siendo mi aliada.

¿Cuáles son sus lecturas o autores fundacionales?

Mi árbol artístico está cargado de frutos para mí intocables. No puedo repetir el error de Adán y Eva porque, si me expulsaran del paraíso del arte, no me quedaría más que vegetar. Quizá vegetar sea la forma más perfecta de vivir, pero va contra mi naturaleza, humana o lo que sea.

Baudelaire ha tenido una influencia enorme en mi vida, también Neruda, Lorca, Rimbaud, T.S. Eliot, Dylan Thomas, Breton, Camus, London, Hemingway, Dostoievski, Rushdie, Ginsberg y los Beat, escritores albaneses como Kadare y Agolli, e incluso mi última pasión, la literatura latinoamericana. La cultura rock ocupa también un lugar especial, es el pathos de mi espíritu.

La poesía es emoción, es imagen. ¿Cómo llegan a usted los versos?

Una cosa está clara: no espero que la musa venga hacia mí. O bien puede ser que la musa, cansada de tantas idas y vueltas, haya decidido vivir en mí, y coma, beba y duerma conmigo. Algunas veces nos peleamos, otras nos amamos. No la espero, más bien la despierto en mí mismo.

Lo importante es si tengo o no algo que decir, y cuanto más trabajo, más fácilmente puedo escribir. Intento atenerme a dos cosas: entregarme a la poesía sin ninguna expectativa de remuneración, y acercarme a la verdad absoluta sin perder mi alma. El único secreto es sentarse a escribir.

A veces experimento la creación poética como un nacimiento, y otras como una muerte, pero en ambos casos la sensación es sublime.

Escribe su poesía en albanés, una lengua que no guarda parecido con ninguna otra. ¿La escogió porque es la suya, porque lo identifica?

Empecé a escribir para defenderme de la vida. No pensaba ni en los lectores ni en el éxito; simplemente necesitaba liberarme de un peso que me quitaba la respiración. Mi único deseo era poder descifrar las tinieblas que me estaban mordiendo el alma, y lo más fácil era hacerlo con mi lengua materna, el albanés. Lo importante es la poesía, no el idioma en que se escribe.

¿Cuál es su relación con las palabras: las corteja o las maltrata?

Ambas cosas; también me obsesionan, las llevo dentro de mí. Hacia la ternura voy sin defensa, pero de la agresividad sé cuidarme, menospreciándola incluso cuando toma la forma del apartheid, como sucedió durante los últimos 10 años que pasé en Kosovo. Sólo cuando adquiere las dimensiones de la pasada primavera (1999), cuando en mi país fueron asesinados miles de mujeres, niños, abuelos y jóvenes, la agresividad me mata aunque dejándome vivo. Al jefe de paramilitares, Crnogorac (El Montenegrino), que vino a mi casa con una lista donde estaba mi nombre, hoy, por el futuro y la convivencia, lo invitaría a tomar una cerveza, también invitaría al que mató a mi perro y me robó todo el dinero que llevaba encima, amenazándome con un fusil. Pero hay otros, como el asesino de mi mejor amigo o el del padre de mi mujer, aquellos responsables de exterminar familias enteras y cometer masacres y violaciones, a quienes les deseo el infierno en el otro mundo o en este, creado por sus propios políticos con su cooperación; a ésos, de una cosa estoy seguro, nunca les invitaría a tomar una cerveza.

¿Lenguajes como el cine han influido su poesía?

Amo el cine, que ha tenido una influencia en mi escritura, aunque la vida en los Balcanes produce más horror que el mismo Hollywood.

¿Existe una tradición poética en Kosovo?

La nación albanesa ha estado siempre políticamente dividida, lo que no ocurre con su cultura. Los kosovares, aunque teníamos mayor libertad de expresión, tardamos en dejar atrás el...

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