Mexicar/ ¿Y la razón suficiente?

AutorEnrique Canales

Al menos hay tres situaciones en el país, en donde la sinrazón pone en peligro la paz. Una de esas situaciones es la creada por Marcos Guillén quien no desea aceptar las modificaciones totalmente racionales que el gobierno de Zedillo le está exigiendo a los acuerdos de San Andrés para que los indígenas tengan, por fin, protegidos sus derechos humanos. La segunda situación es la violencia corporal utilizada en forma de bloqueo y secuestro de edificios que los paristas de la UNAM están ejerciendo para obligar a aceptar sus condiciones, sin querer entrar en el uso de la razón ni querer distinguir los actos criminales de los actos de una sana política estudiantil. La tercera situación es la cada vez mayor intransigencia de los militantes del PRI, del PAN y del PRD al interrumpir mientras hablan los líderes contrarios y así violentan los actos legítimos de una campaña política. Nos merecemos el próximo debate donde escucharemos arias de marionetas encasilladas.

El "principio de la razón suficiente", fue concebido por varios pensadores entre ellos por Liebniz, como un método necesario para que no se repitieran las masacres religiosas de la Guerra de los 30 Años de 1618 a 1648 en la Europa Central. Durante esos 30 años, la tercera parte de las familias de católicos, calvinistas y hugonotes se acuchillaron entre sí. El Tratado de Wesfalia puso término provisional a esa guerra pasional. Obligar a otro a profesar una fe, por definición es un acto violento e irracional. Los que profesan fanáticamente su fe, piensan que tienen absolutamente la razón, por eso están dispuestos a matar y a morir.

Operar bajo el "principio de la razón suficiente" consiste en proponerse averiguar, con la mente abierta, la posibilidad de pactar unas bases con las cuales los diferentes militantes religiosos o partidistas se pudieran poner de acuerdo en sus relaciones civiles. ¿Por qué razón? Simplemente porque vivir en paz podría ser suficiente razón para estar de acuerdo en algunas cosas.

No todos los europeos de aquel entonces eran pasionales, pero desde el siglo anterior bajo la influencia de la España Católica se exigía que los reyes y los pueblos fueran de la misma religión, o todos católicos o todos protestantes. Recuerden que Fernando e Isabel, bajo pena de muerte obligaron a a todos sus súbditos a catolizarse o largarse. La Liga Católica de aquel entonces exigía "un rey, una ley y una fe". Por fin hubo un rey francés, Enrique IV, que empezó a contemplar la idea de que...

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