¿'Para qué tienen hijos'?

AutorDiana Lucía Álvarez

Para Chela y Vicky

Si quieres lastimar profundamente a un papá o una mamá, sólo basta con que le sueltes un "y para qué tienes hijos"... puede ser que tengas o no razón, que lo digas enojado o con toda calma, pero el efecto es el mismo: logras que todas las inseguridades y temores sobre si está haci endo lo correcto con sus pequeños le retumben en la cabeza y el corazón hasta que estalle en llanto o en furia.

Hasta ayer nunca nos lo habían dicho, la verdad, aunque intuyo que, como soy madre profesionista que labora fuera del hogar, muchos cercanos o lejanos lo han pensado.

Debía llegar a las 7 de la noche a casa con mis hijas y llegué a las 8:20 por complicaciones en el trabajo. Una amiga estudiante universitaria las cuidaba porque la niñera no había podido. Cuando iba en el taxi de regreso a casa, recibí un mensaje de ella diciéndome que tenía examen final y debía estudiar. Se había comprometido a 15 minutos y ya llevaba una hora. Yo no sabía lo del examen y no sé si ella estaba molesta, pero tendría razón en estarlo. Cuando llegué, Camy, mi pequeña de 2 años, lloraba porque estaba enojada con mi amiga y ésta se sentía mal por no saber cómo calmarla.

¿Y entonces, mi amiga me soltó eso de "para qué tienen hijos"? No, ella no fue. Estaba realmente preocupada por el llanto de mi hija. Quien nos lo dijo fue su madre, a través de un mensaje de voz que dejó, molesta, en el celular.

Nos parecieron excesivos tanto el tono como los comentarios, porque su hija es una chica de 18 años que dejó su ciudad, su casa, para venir al Distrito Federal a estudiar una licenciatura y ha demostrado ser una persona responsable y segura, quien nos ayudó a cuidar una hora a dos niñas de 2 y 6 años, que la adoran, y a quienes ella supervisa y mima a cada momento.

Lo curioso fue que nos lo dijera una mujer a la que queremos entrañablemente, quien seguro vivió momentos semejantes cuando sus hijos eran pequeños.

Pero... ¿para qué tuvimos hijos?, retumba la pregunta, no fue un accidente, porque llevábamos siete años de casados cuando nació Alú, y luego esperamos otros cuatro para que llegara Camy. No fue precipitado, pues antes de ser padres estudiamos en el extranjero, viajamos, juntamos dinero, nos entrenamos como tíos profesionales, montamos nuestra casa, teníamos trabajos estables y bien remunerados, apoyamos para fundar una asociación de ayuda a niños sin familia.

Puedo decir...

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