¿Pérdida o transformación?

AutorLorenzo Meyer

Poder y energía

A primera vista, pareciera que el sistema político mexicano está sufriendo los estragos de una pérdida neta de poder. Es posible, pero también podría ser que más bien se trate de los efectos no de una merma del poder sino de una redistribución del mismo, hecha de manera un tanto caótica y no muy productiva.

Es posible que un análisis de la coyuntura política mexicana se pueda beneficiar de un enfoque que considere que, por el momento, el poder político, como la energía física, no se crea ni se destruye sino que sólo se transforma. Visto así, entonces la tarea del observador consiste en explicar cómo, a quién y con qué consecuencias se ha transferido el poder político que la Presidencia de la República ha perdido en los últimos años.

Aquí conviene precisar la naturaleza del objeto de reflexión. El concepto de poder tiene varias definiciones, pero la esencia de todas se refiere a la capacidad de ciertos individuos e instituciones para imponer su voluntad o intereses. La forma como Max Weber definió al poder es particularmente sugerente: se trata de la imposición de una voluntad sobre otra dentro de una relación social. En suma, se está hablando de la determinación del comportamiento de actores políticos individuales o colectivos en función de una voluntad externa. En la arena política, esa capacidad de determinar la conducta de otros tiene como sostén y razón última de ser a la fuerza.

La naturaleza del cambio

A estas alturas es claro que el poder que la Presidencia mexicana empezó a acumular desde la República Restaurada en la segunda mitad del siglo XIX y que tuvo su punto culminante 100 años más tarde, hoy ya no esta ahí, al menos no todo. En más de un sentido, esa situación es justamente lo que una parte de la sociedad mexicana exigía y buscaba desde el momento en que empezó a hacer un esfuerzo consciente y efectivo para transitar del autoritarismo posrevolucionario a la democracia. Ahora bien, la manera como finalmente se llevó a cabo esa transferencia del poder presidencial hacia otras partes del sistema, la magnitud del cambio y las consecuencias del mismo es algo que nadie pudo prever con precisión y de lo que apenas ahora nos estamos dando cuenta y tratando de asimilar. El resultado de largo plazo es potencialmente muy benéfico pero en lo inmediato ha creado problemas y muy serios.

En principio, las instituciones beneficiadas con el cambio al que se ha hecho referencia son aquellas que la teoría democrática demandaba...

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