¿Es legítima la difamación criminal?

AutorToby Mendel

El tema de la difamación criminal ha sido traído a primer plano recientemente en México por la conferencia "¿Informar es un crimen? Responsabilidad Jurídica de la Prensa: ¿Civil o Penal?", del 27 al 29 de enero del 2003. El propósito principal de la conferencia fue explorar el tema de la difamación, y valorar si, en un país moderno y democrático, el uso de las sanciones criminales por la difamación es legítimo.

La respuesta, bajo la ley internacional, ahora es clara: la difamación criminal no puede ser justificada como una restricción del derecho fundamental de la libertad de expresión. En lugar de esto, las leyes de difamación civil, junto con cualquier remedio auto regulador y/o voluntario disponible deben ser usadas para reparar el daño a la reputación.

Un par de puntos preliminares ayudarán a aclarar por qué las leyes de difamación criminal ya no son consideradas legítimas. Primero, los comentaristas frecuentemente comparan el daño a la reputación en un caso en particular con la conducta de la persona, normalmente un periodista, que difundió las declaraciones ofensivas. Esta comparación no toma en cuenta las implicaciones más amplias de la difamación criminal, y la importancia de la libertad de expresión y el libre flujo de información para la democracia, los derechos humanos y la dignidad individual.

Incluso si las sanciones criminales parecen estar justificadas en algún caso particular, el escalofriante efecto que dichas sanciones provocan no lo está. Esto se refiere al hecho de que la difamación criminal afecta a la expresión mucho más allá del alcance de la prohibición. Así es porque los individuos evaden cualquier cosa que tenga la posibilidad de ser difamatorio, aunque en realidad no sea ilegal, para evitar cualquier riesgo de censura criminal.

En segundo lugar, históricamente, la difamación criminal se trataba tanto de mantener el orden público como de proteger reputaciones. En tiempos pasados, los individuos recurrían fácilmente a la violencia ante un insulto. Los duelos se peleaban comúnmente por insultos y antiguas disputas familiares, como la retratada por Shakespeare en Romeo y Julieta, y frecuentemente estaban basados en insultos olvidados tiempo atrás. Las cosas son diferentes ahora. Los duelos son más o menos desconocidos y mejores ley y orden se aseguran de que se necesite más que sólo un insulto para que los individuos recurran a la violencia. El orden público es tratado en todas partes como un interés público, sujeto a...

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