¿Por qué las esbeltas son las meras meras?

AutorFernando Toledo

Lo dijo Coco Chanel en 1926, las modelos tienen que ser como ganchos, perchas sin muchas curvas para que la ropa caiga perfecta. Así, la famosa diseñadora se estaba de alguna manera describiendo a ella misma, ya que era muy flaca, desgarbada y se paraba siempre con los ilíacos hacia fuera.

Desde entonces, incluso antes, ésta parece ser la tónica que han seguido los diseñadores del mundo, muchas veces tachados de odiar a las mujeres reales, para encontrar a sus esqueléticas musas.

Y es que según la estética de la moda actual, es mejor tener a una mujer muy alta y delgada para que la ropa caiga como una cortina sobre el cuerpo, como afirmó en su momento el gran Christian Dior y casi todos los modistas contemporáneos (salvo algunos, entre ellos la española Elena Miró, quien prefiere a "mujeres Botero" para sus pasarelas).

Así, desde siempre, y por razones obvias, se ha buscado que las modelos se alejen de la media de las mujeres de la calle para volverse ídolos aspiracionales, casi inexistentes, como las estrellas de cine.

"Se trata de encontrar mujeres excepcionales para que las otras puedan soñar", afirmaba el genio Yves Saint Laurent.

De esta manera, las modelos han tenido siempre que ser más blancas, más bronceadas, más redondas o más delgadas que todas las demás, esto dependiendo del tipo de figura que se marque en cada etapa de la historia.

En Inglaterra de la "belle epoque" (1910-1914), las modelos exageraban sus curvas con corsets muy ajustados que apenas las dejaban respirar, se adornaban con túnicas griegas creadas por Madame Vionnet o con diseños orientalistas del genial Poiret. La guerra marcó un receso austero para las figuras largas y cansadas, más tarde resplandecerían otra vez por medio de chicas con gran estilo y algunas formas.

Llegan entonces los años del glamour con estrellas como Joan Crawford, Greta Garbo, Marlene Dietrich y muchas más que fueron las primeras modelos que, sin ser llamadas como tal, hacían suspirar y despertaban la envidia de las mujeres.

Los primeros íconos

Son los finales de los años 50, en París, cuando surgen las primeras modelos como tal. Altas, delgadas y sofisticadas, aparecen nombres como Anne Gunning, Susy Parker, Jean Shrimpton y otras más que empiezan a ser conocidas por sus nombres de pila, aunque los sueldos eran bastante precarios.

Inglaterra también se apunta con las suyas y es Twiggy la primera modelo, cuyo aspecto andrógino, sin busto y sin caderas, llamó la atención del gran público y la...

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