¿Aprenderemos de la Gran Recesión"

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)David IbarraA la memoria de Friedrich KatzLa economía no es una ciencia como la física o la biología. Más aún, los cambios en sus paradigmas no siempre ofrecen mejores explicaciones de los fenómenos humanos. Casi siempre incorporan una mezcla de verdades parciales con propósitos a alcanzar, sintetizadas en formulaciones ideológicas que se buscan atractivas.Pero, cuando los paradigmas económicos toman dimensión universal desempeñan la función necesarísima de ordenar las relaciones económicas internacionales, atendiendo, como es natural, a la visión de las potencias líderes, mientras toca a los países periféricos acomodarse lo mejor que puedan al orden internacional creado de esa manera.El paradigma económico que aún nos rige, quiere mercados independientes, estados en involución, estabilidad de precios como la meta más alta y una larga lista de propósitos instrumentales: comprimir al máximo el papel intervencionista de los gobiernos; eliminar las fronteras económicas nacionales; alcanzar el equilibrio fiscal y ceder al control macroeconómico a los bancos centrales; asignar a la política social el triste papel de paliar las disparidades sociales auspiciadas por las políticas económicas; elevar el individualismo, la competitividad y la eficiencia al rango superior de los valores a perseguir.La globalización con sus múltiples contribuciones, auspició desequilibrios que están en la raíz de la crisis que campea. Los desajustes del comercio entre países, compensados por flujos financieros inversos, son intrínsecamente por más que alimentasen el auge de las actividades financieras internacionales. La alta movilidad de los recursos empresariales transnacionalizados, gestó el "outsourcing" global del empleo y el retraimiento de salarios y de la fuerza política de las organizaciones obreras. Esos fenómenos se asocian al desempleo, informalidad y desigualdades que se extienden en buena parte de las latitudes. Aun, los países emergentes más exitosos, capaces de abatir la pobreza, experimentan recrudecimiento de las disparidades distributivas. En conjunto, se ahondan los sacrificios y penurias sociales, singularmente manifiestos en los mercados de trabajo del mundo. Ahí están los disturbios y huelgas en Francia, Grecia, España y tantos otros lugares.Al propio tiempo, tiene lugar honda reconfiguración de los centros de poder económico del planeta. La producción, el comercio y las finanzas se...

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