Miguel B. Treviño de Hoyos / Políticos, pastores y Dios

AutorMiguel B. Treviño de Hoyos

De entrada es difícil acomodar religión y política en el ejercicio de la función pública.

Barack Obama no ha podido terminar de embolsarse la candidatura presidencial demócrata (y probablemente tampoco lo logrará hoy en las primarias de Indiana y Carolina del Norte) porque no convence a muchos estadounidenses sobre la distancia entre sus ideas y las de su pastor y amigo Jeremiah A. Wright Jr.

Pero si aun para quienes cuidan su discurso la religiosidad puede convertirse en lastre político, quienes maniobran con religión y política con la motricidad fina de un hipopótamo, como el gobernador de Jalisco, no tienen forma de salir bien librados.

¿Ha cambiado algo del trato fluido de los priistas con la jerarquía católica a las nuevas relaciones de los panistas con los altos mandos de la Iglesia?

En la tradición priista había una correspondencia entre gobernantes y ministros religiosos que parecía llegar hasta donde alcanzaba para los beneficios mutuos. Es decir, sucios o limpios los negocios, lo normal es que políticos y ministros religiosos tengan como límite para la relación el no hacerse daño a sí mismos.

En casos como el de Jalisco estamos ante algo distinto. El comportamiento del gobernador de Jalisco es autodestructivo, con tintes de fanatismo. Imposible creer que no se iba a conocer una donación del gobierno de 90 millones de pesos para remodelar el Santuario de los Mártires. Siendo así, no hay otra forma de entender el comportamiento del gobernador que habiendo un asunto de salvación de por medio; "don Juan (Sandoval), absuélvame desde ya".

Escándalos como los del "góber piadoso" desgraciadamente refuerzan la idea de que la receta a seguir para quien no quiere meterse en problemas es pretender que el credo y la vocación política del gobernante son aspectos de la personalidad que no se cruzan. Son extraños los servidores públicos que asumen el riesgo de esclarecer la influencia de su credo religioso en su proyecto político.

Conocemos de la "devoción" de los políticos por su amistad con algún jerarca católico: Emilio González con Juan Sandoval (una dupla de miedo), Onésimo Cepeda con sus amigos de todos los partidos, los Fox con Norberto Rivera, entre otras.

Y, sin embargo, sí hay ejemplos de cómo en la religión se encuentran fuentes de inspiración que enriquecen la política.

Fue gracias la interpretación del Concilio Vaticano II, por el entonces presidente del PAN Adolfo Christlieb Ibarrola, que en los sesenta el albiazul tuvo un...

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