¡Viva Cuba Libre!

AutorJosé Manuel Prieto

Tal es la impaciencia por verlo llegar que muchos cubanos no se van a la cama el 19 y esperan toda la noche a que den las doce en punto. Una salva atronadora anunció la llegada del 20, el día en que Cuba sería proclamada República, y a los cañones de las fortalezas coloniales del Morro y la Cabaña se sumaron las sirenas de las fábricas y los barcos en la bahía.

Ya nadie pudo dormir porque las calles se llenaron de personas que se abrazaban y gritaban alborozadas. Los más previsores, todavía en la madrugada, ocuparon puestos en la Plaza de Armas, frente al Palacio de los Capitanes Generales, donde tendría lugar la toma de posesión.

Al mediodía del 20, faltando cinco minutos para las doce, al Salón Rojo del Palacio entró, por la izquierda, la delegación americana, encabezada por el General Leonardo Wood, hasta ese día cabeza del Gobierno interventor. Mientras, por la derecha, avanzaba la cubana, a cuyo frente iba Tomás Estrada Palma, el Presidente electo.

El General Wood declaró terminada la dominación estadounidense de la isla y el traspaso del Gobierno al Presidente cubano. Acto seguido leyó una carta de Teodoro Roosevelt, el vigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos, que felicitaba al pueblo cubano por la independencia conseguida.

En ese instante, sin que todavía terminase la ceremonia, el mar de personas abajo comenzó a contar las cuarenta y cinco salvas de la batería del Morro, que anunciaban el cambio de banderas en la principal fortaleza del país. Cuando de su palo mayor, perfectamente visible desde la Plaza de Armas, se arrió la bandera estadounidense y se izó la enseña cubana el griterío fue apoteósico.

Sólo restaba que Rafael Cruz, Presidente del Tribunal Supremo, tomara juramento a Don Tomás Estrada Palma. Minutos después, Leonardo Wood bajó a la calle y caminó hasta el muelle acompañado de Estrada Palma y seguido por una multitud. Sin detenerse un segundo, abordó el Brooklyn, el crucero que lo llevaría de regreso a su país.

Una colecta pública había reunido cincuenta mil pesos para fuegos artificiales, cientos de banderas cubanas y adornos florales: la gran fiesta, con bailes por toda la ciudad y que en muchos barrios se prolongaría toda la semana, estaba por comenzar.

El Presidente de la República

Cuando sale al balcón del Palacio a saludar a la multitud que lo recibe con vítores, Estrada Palma, el hombre de perilla y lentes ovalados, de 67 años, es prácticamente un desconocido para el público habanero. Presidente de la...

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