¡Vaya sustitos!

AutorHaydé Murakami

El equipo de resucitación ya estaba listo. El infarto al Óscar parecía inminente, y nada, de pronto los latidos se normalizaron, pero... ¡ah, qué manera de darle sustos a los venerables octogenarios!

La historia de esta enfermedad va así: don Óscar esperaba muy nervioso su celebración de 80 años, porque debido a la huelga del Sindicato de Guionistas de America (WGA, por sus siglas en inglés) apenas dos semanas antes no se sabía de cierto si habría fiesta, invitados, patrocinadores contentos y millones de televidentes mirando como cada año.

Debido a la misma afección, cayeron algunas víctimas importantes, como la ceremonia de los Globos de Oro, que simplemente no se realizó; otras ya se sentían desahuciadas, como la del Grammy, y más de 60 shows de televisión estaban en coma (con el efecto secundario de millones de decepcionados televidentes que tenían que soportar una y otra repetición de su serie favorita).

Luego de 100 días llegó el antídoto: terminó la huelga. Todos, incluyendo los guionistas, brincaron de felicidad, y Gil Cates, productor de la ceremonia desde hace 13 ediciones, contó con apenas 12 días para poner en marcha toda la maquinaria que mueve la celebración que se transmitirá el día de hoy desde el Teatro Kodak.

¿Por qué tanta alharaca?

Aunque los guionistas, como casi proféticamente se quejaba hace un año Guillermo Arriaga, son siempre los héroes anónimos que permiten el lucimiento de otros (directores, actores, conductores), todos saben que tienen a Hollywood colgando de sus plumas.

Se estima que más de mil millones de dólares en pérdidas costó la huelga de escritores desde que comenzó el pasado 5 de noviembre, además de que tenían detenidas a miles de personas que trabajan alrededor de las producciones.

En realidad se trató de una huelga anunciada, ya que a diferencia de otros países en los que las huelgas estallan de repente pidiendo beneficios inmediatos, este grupo de escritores aprovechó que vencía su contrato para convertir las entregas de premios en un campo de batalla contra los grandes estudios para renegociar algunas cláusulas, sobre todo las que tenían que ver con regalías relacionadas con el uso de nuevas tecnologías.

A grandes rasgos, los representantes de casi 12 mil guionistas de cine y series de televisión se dieron cuenta de los agujeros de su contrato que no contemplaban ganancias y derechos separados de los estudios por las transmisiones y descargas vía internet o celular, por ejemplo, y algunas otras...

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