¡Tomamos la tribuna!

AutorLayda Sansores

Todo por el petróleo. El que despierta pasiones y codicia, el que convierte a pueblos como el mío en reyes y mendigos a la vez.

Al fin tomamos la tribuna de la Cámara de Diputados. Increíble. Estábamos arriba. Llegamos ilesos. Dios mío, otra vez al lado de Ruth, la presidenta, como el 1o. de diciembre. Jalábamos entre todos la manta enorme de 150 metros y cerca de 100 kilos que decía Congreso Mexicano CLAUSURADO. Sentí que me iba de boca. La lona era muy pesada. Como lo habíamos planeado, venía desde abajo e iba cubriendo toda la Mesa Directiva. Pronto aparecieron los cascos y uniformes con el escudo de Pemex.

Nada había sido improvisado. Formamos una estructura que nos permite comunicarnos con rapidez. Nos bautizamos como Grupo Patria. Sabíamos que éramos sólo parte de una estrategia diseñada por López Obrador y que todo debía ser simultáneo. El día y el momento lo supimos segundos antes, a través de una señal. El elemento sorpresa era determinante.

A la toma de tribuna llegamos agotados. A diario nuestros coordinadores decretaban alerta máxima. ¡Qué desgaste! Dicen que es más complicado para el cerebro manejar la incertidumbre que asimilar la muerte.

La vida en la tribuna es intensa. El tiempo no tiene medida. Hoy quisiéramos que alguien nos diga "tiempo", que señale que es hora de bajarse de la tribuna, para así recobrar la rutina diaria y el calor de la familia. Si para los asuntos más importantes te conceden 10 minutos para expresarte, hoy llevamos 9 mil 360 minutos gritando a México y al mundo nuestra protesta. Algunos nos llaman secuestradores, muchos ciudadanos nos consideran defensores de la Constitución y de nuestro petróleo. Nosotros sólo pretendemos cumplir con nuestro deber.

Esa primera noche la satisfacción y la adrenalina nos mantenían despiertos, pero en la madrugada a los más cansados los venció el sueño. Un compañero se vendó los ojos con su paliacate rojo. Impresionaba, parecía que iba a ser fusilado. Se sentó, se quedó inmóvil y se durmió profundamente por unos minutos. Sería todo su descanso por esa noche. Para algunos dormir dos horas por día es un lujo.

La situación ha mejorado gracias a un compañero que se dice ingeniero en construcción de Legos. Con ánimo febril nos pusimos a armar con las curules de los entreguistas un tenderete que él pomposamente sigue llamando Lego. Cuenta con tres niveles de pejecuevas. Las pejecuevas son el refugio, el aposento, el único lugar donde puedes encontrar algo de privacidad, evadir...

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