¡Rey de rayas!

AutorRamón Estrada

REFORMA / Enviado

MORELIA.- Se acabó la espera... Rayados es campeón.

El ayuno no podía durar más de 17 años y los llantos de decepción anoche, en Morelia, se convirtieron en alegría para la afición del Monterrey, que de nuevo ve a su equipo proclamarse Campeón del futbol mexicano.

Un título logrado con base en la inteligencia, frialdad y entrega, frente a un entorno que era casi en su totalidad adverso para la escuadra albiazul.

No obstante, sabía que con el 3-1 logrado en el juego de ida, el manejo de partido para el de vuelta y el soportar el ataque desesperado de Monarcas, le permitiría alcanzar la gloria.

No hubo goles y sí mucho dolor para los aficionados michoacanos, que sufrieron la caída de su equipo en su propio estadio, el Morelos, en un empate 0-0 que les caló hondo.

Un dolor que enchinaba la piel hasta de los propios protagonistas, pero que también hacía vibrar a todo aquel que pudo presenciar la entrega del puñado gigantesco de mil 500 aficionados que nunca dejaron de saltar y de alentar a sus Rayados.

Morelia peleó, buscó alcanzar, se empeñó en buscar el primer gol que le permitiera seguir soñando en regalar un título a su gente en propia casa.

Pero el golpe anímico que significó la falla de Reinaldo Navia a los 29 minutos, cuando abanicó en el área de meta un balón que sólo pedía ser empujado a las redes, le pegó tan duro a Monarcas que a partir de ahí deambularon sobre el terreno; jugaban por inercia.

Los minutos avanzaron. El reloj se convirtió en el mejor aliado de los visitantes y ahora campeones; al mismo tiempo la desesperación y desánimo de la monarquía.

Una monarquía que anoche claudicó ante su propia impotencia, que provocó la reacción final de Francisco Almirón y del propio Navia que buscaban pelear a puños lo que habían perdido sobre el terreno de juego frente a sus enemigos deportivos.

Y si hubo un artífice de la victoria rayada ese fue el argentino Daniel Passarella, que anoche manejó con propiedad y la experiencia de un campeón del mundo la estrategia táctica con la que su escuadra jamás perdió la ventaja conseguida desde Monterrey.

Y después el "Doctor No", anoche personificado por el argentino pablo Rotchen, quien se convirtió en el cirujano salvador de los Rayados robando pelotas, metiendo el cuerpo, tapando disparos y hasta provocando que perdieran la cabeza tipos letales como Navia y Bautista, a los que incluso les repartió patadas y alguna que otra entradas dignas del oficio de un tipo frío y calculador.

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