¡Nazarenos!

AutorIsrael Hernández y Luis Homero Echeverría

Las agresiones a los cuerpos arbitrales han prevalecido en el futbol mexicano en los últimos ocho años, sin embargo, la mayoría de éstas no son conocidas y mucho menos han sido juzgadas debido a que los dirigentes del gremio de silbantes han decidido ocultarlas y le han prohibido a los colegiados hacer públicas las diversas ocasiones en que han sido víctimas de insultos, manotazos e incluso golpes.

Con el pretexto de que los clubes arriesgan gran parte de su capital en la contratación de jugadores y por tanto no pueden recibir castigos que los saquen de acción mucho tiempo, los nazarenos han tenido que solapar la forma en que algunos futbolistas, técnicos, directivos y dueños de equipos manifiestan su enojo.

Lejos quedó aquella ocasión en que Miguel Marín, siendo entrenador de los Coyotes Neza, agredió al árbitro Jesús Mercado, y fue suspendido un año de cualquier actividad dentro del campo.

En los años recientes sólo se han documentado un par de agresiones, la del argentino Cristian Zermattén sobre Felipe Ramos y recientemente la que vivió José Abramo Lira a manos de Jorge Nicasio del Mérida de Primera A, ambos ataques fueron castigados con 12 meses de suspensión.

Pero más allá de este par de casos, varios más han quedado en la impunidad porque ni siquiera han logrado ser descritos en la cédula arbitral.

En la jornada 12 del Clausura 2005, Manuel Glower no reportó el intento de agresión que sufrió por parte del portero de la UAG, Jesús Corona, pues por recomendación de la Comisión de Arbitraje se le pidió que no pusiera nada de este incidente en su cédula arbitral.

En 1997, Edgardo Codesal, siendo titular de la Comisión de Arbitraje, abrió la puerta para la indefensión que hasta hoy en día sufren los "Hombres de Negro" en cualquier división en la que dirigen, pues en ese año el médico de profesión dictó la pauta a seguir para que los colegiados evitarán consignar en su reporte del juego la palabra "agresión".

A partir de ese momento, la orden fue tajante: había que describir el suceso, pero sin mencionar aquella palabra mágica, pues más allá de su contundencia literal, había que preponderar la economía de los clubes por encima, incluso, de la dignidad de los que en el terreno de juego tienen como función impartir justicia.

Los principios dictados por Codesal prevalecen en la actualidad, pues su sucesor, Arturo Yamasaki, mantuvo esta medida. Sin embargo, los medios de comunicación se han encargado de exhibir, aunque sólo sea en contadas ocasiones, las agresiones que sufren los árbitros.

La controversia

Yamasaki asegura que en las reglas de juego no existe la palabra "agresión", y que sus agremiados no deben calificar el hecho, sino sólo describirlo.

"El árbitro tiene que basarse en las reglas de juego para determinar una expulsión. Los árbitros no califican las faltas, los árbitros solamente se limitan a informar de las faltas, la que debe calificar es la Comisión Disciplinaria, de acuerdo a su reglamento de sanciones. El árbitro no pone agresión, ni cosas por el estilo", afirma.

Señala que el término "conducta violenta" es el aplicable al caso de una "agresión" hacia un árbitro.

"Es conducta violenta. Golpear con el puño, con la cabeza o con una patada al árbitro, lo describe nada más, el árbitro no pone agresión, no puede calificar las infracciones porque la regla no habla de agresión, en las reglas internacionales nunca ha existido la palabra agresión", expresó Yamasaki.

Los árbitros dictan la pauta

Alfonso Sabater, presidente de la Disciplinaria, explicó que de acuerdo a lo que le ha comentado la Comisión de Arbitraje, los árbitros no emiten calificativos en la cédula, sólo describen las situaciones de indisciplina durante el juego y que el...

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