¡Que la Navidad llegue al desierto!

AutorKarla Torres, Luisa García y Andrea Menchaca

Al llegar, tras un camino de terracería, a San Isidro y Las Ánimas, en Aramberri, sólo una cosa viene a la mente: es tierra de nadie. Son comunidades que viven a expensas del frío, la sequía y la carencia.

Un total de 54 familias luchan a diario en ambos poblados para sobrevivir con un ingreso de apenas 100 pesos a la semana, fruto de su trabajo como campesinos.

Estos poblados están clasificados oficialmente como zonas de rezago social en niveles 4 y 5, por sus carencias en salud, educación y servicios.

Los niños son quizá los más afectados, pero ante una posible llegada de Santa Clos en esta Navidad, la cara se les ilumina y la posibilidad de que les lleve un regalo los hace soñar: una bici, una muñeca, un carrito, un balón...

Desde hoy y hasta el 20 de diciembre, tú puedes ayudar a que sus sueños se hagan realidad participando con tus donativos en la campaña "¡Que la Navidad llegue al Desierto!", que organiza EL NORTE con apoyo de Cáritas de Monterrey.

A partir de mañana conocerás a algunos de los pequeños que viven en esta zona y a sus familias, así como sus batallas para subsistir. ¿Estás listo para sembrar la Navidad en el desierto?

Las Ánimas

Una comunidad seca, árida y fría

El intenso frío, la temperatura puede llegar hasta los 2 grados bajo cero, la falta de ropa abrigadora y, en ocasiones, el hambre por no haber desayunado, hacen muy difícil que los niños y niñas de la comunidad de San Isidro presten atención a sus maestros.

En este poblado rodeado de nopales y huesudas vacas, a unos 40 minutos en auto de la cabecera municipal de Aramberri, la vida es dura para las 39 familias que ahí radican.

Después de cuatro horas y media de viaje por carretera y terracería desde Monterrey, el ejido se reconoce por su tierra árida, sus tejabanes y casitas de adobe.

"A veces llegan los niños con manga corta porque no tienen chaquetas, y llegan con los pantalones y los zapatos rotos", cuenta Francisca Romo González, maestra de primero, segundo y tercero de primaria de la escuela del lugar.

"Algunos no tienen capacidad para retener la información, se desaniman y se salen de la escuela, y hay que ir a convencerlos. Pero no retienen por falta de alimento".

En la zona no hay muchas opciones para ganarse el sustento. Los hombres trabajan en el campo, pero desde hace meses la sequía les ha impedido tener buenas cosechas, principalmente de tomate y maíz.

"Una se las arregla con unos 100 pesos cuando bien le va en la semana", dice Silvia Adriana Estrada...

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