Froylán M. López Narváez / Avaricia

AutorFroylán M. López Narváez

Para muchos, la referencia a la noción o creencia en el pecado (falta a una presunta o concebida ley divina, a una orden universal) es una alusión boba, culpígena, obsoleta o francamente idiota. Se prefiere ya, entre lectores ávidos, hablar de bioética o de puro "ser" y no deber ser (Lipovetsky). O en todo caso de una moral (que no ética, su crítica) regida o imbuida por pragmatismos económicos o políticos.

Ante la contundencia de una crisis "financiera" como no ha habido otra, según Carlos Slim, personaje de la fundamental, pero no omnipotente, plutocracia mexicana e internacional (la hegemonía clave de los capitales o capitalistas) que si bien no gobierna administrativamente, su influjo es imponente dada la prevalencia de disvalores ya viejos y no obstante contemporáneos: el mercado (los mercaderes), la libre competencia (dejar lucrar hasta donde se pueda), la especulación (en antros o bolsas de valores), el uso de seres humanos (empleados) para la ganancia irrefrenada.

Slim lanzó advertencias e imputaciones a sus colegas financieros o banqueros ante la pandemia de crisis en el planeta, en Convención del Mercado de Valores. No acusó de avaricia o de avaros a nadie, pero implicó tal "pecado" en los negocios. Es de entenderse que esas reuniones no son "retiros espirituales", sino cónclaves para encarar, y salvarse, de las penurias que vulneran el presente y destino de los habitantes de México y de negocios con trasnacionales o con empresas de aquí y acullá.

Sabedor, de alta pericia, de los grandes negocios, un día el más rico del mundo y otros no, apuntó: "Los clientes de la banca están entrampados, no hay competencia para cambiar de banco y las altas tasas de interés crean graves problemas a las personas y peores a las instituciones que otorgan créditos". Bien que se sabe ya que el otorgamiento de créditos a lo "güey", se dice en México, y la gana o ambición de conseguir o poseer vivienda colapsó, por ahora y nadie sabe hasta cuándo, el "orden" que propició ganancias inconcebibles, e ingastables personalmente, no menos que bancarrotas, ceses, despidos, desempleos, suicidios, amarguras y desconciertos sociales y personales en las naciones de hoy.

Slim hizo requerimientos y señalamientos. De éstos al crimen social de las altas tasas de interés consentidas, a regañadientes o no, por los secretarios de Hacienda, desde hace siempre. Aunque ha sido beneficiario, sugirió que se agarraren a topes, poniéndoselos, a los réditos que se cobran. El...

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