¡Levántense y coman!

AutorDora Isabel Franco

Desde la época prehispánica, pasando por la etapa colonial y hasta la actualidad, los alimentos han jugado un papel muy importante en la vida de las personas, y hasta podría decirse que son indispensables en las ofrendas de los Altares de Muertos.

Montar éstos representa todo un ritual que las familias deben compartir y heredar a las nuevas generaciones.

Los artículos que se incluyen en él varían según los gustos y regiones de la República, pues la tradición culinaria de cada una cuenta mucho, aunque también es muy importante la de la persona en cuyo honor se realiza.

De hecho, un altar del norte será muy diferente a uno del centro o sur de México, zonas en donde la variedad de ingredientes es más amplia.

"En el altar se montan las cosas que a la persona le gustaban en vida. Casi siempre se incluye fruta de la región y la comida se pone en cazuelas de barro, material que simboliza la tierra", indicó Leticia Montemayor, cronista de Higueras.

En cuanto a la comida, ésta consiste casi siempre de preparaciones regionales, tradiciones de un lugar específico, sobre todo en el caso de las personas mayores.

Algunas de las delicias que de ley se incluyen en los altares son el pan de muerto, las calabazas (que a veces se colocan preparadas en tacha) y las frutas de temporada.

En las diferentes regiones de Nuevo León se colocan hojarascas, turcos, glorias y bolitas de leche, y entre las preparaciones no faltan el mole, los tamales de distintos sabores, el arroz, los frijoles, el asado de puerco, el cortadillo, el machacado, la carne seca y el cabrito.

Se incluyen también bebidas como chocolate, té, atole, champurrado o café, dependiendo del gusto del difunto, así como los que hayan sido sus licores favoritos, como el tequila, mezcal, whisky, cerveza, pulque, anís o cualquier otro.

"Se trata de un pretexto para celebrar y unir a la familia, para estar juntos y que se dé la convivencia, al mismo tiempo que se recuerda a los difuntos", indicó Montemayor.

El altar puede ser de siete niveles, de tres o de uno, según la región, y se disponen junto a la foto del muerto sus objetos personales más preciados, su comida favorita, la fruta que más le agradaba y, además, algunos elementos que simbolizan sentimientos, como el azúcar, representado en forma de calaveras, que indica las alegrías en la vida del difunto, o la sal, que se refiere a sus lágrimas y tristezas.

Tradicionalmente se acostumbra poner un mantel negro sobre los escalones o niveles, sin embargo, la historiadora recomienda que, si es para niños, el color de esta cubierta sea el blanco, que también simboliza la pureza, y hace el altar un poco más alegre e infantil.

"Si se hace de tres niveles, arriba...

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