¡Es Puma! / ¡Maldito dinero!

AutorGermán Dehesa

...Que nada vale. Sabias palabras de José Alfredo, nuestro compositor tutelar. Quizá algunos lectores distraídos no lo recuerden, pero hace ya un buen número de meses, en este espacio escribí que el Real Madrid no era propiamente un equipo de futbol y que no iba a resultar tarea sencilla formar una orquesta con 12 solistas que son y se saben exquisitos.

Como suele ocurrir, nadie me peló, pero el laborioso tiempo se ha encargado de darme estrepitosamente la razón. Las líneas que estás leyendo las escribo a raíz del emocionante y extraño partido del Mónaco contra el Real Madrid. Lo hago e imagino que allá en España ya se echó a andar la siempre disponible maquinaria que sirve para encontrar culpables y chivos expiatorios. Es posible que los encuentren y que los arrojen a las tinieblas exteriores, pero esto no remediará el mal fundamental: el futbol está enfermo de dinero.

El Mago Septién, refiriéndose al beisbol, solía decir que era demasiado negocio para ser deporte y demasiado deporte para ser negocio. En esas condiciones era necesario vigilar constantemente para que ninguno de estos dos elementos, el negocio y el deporte, se sobrepusiera al otro. Me parece que en el caso del futbol han faltado estos cuidados y esta pulcritud. Equipos como el Manchester y, sobre todo, como el Real Madrid relegaron a un segundo plano todos los intangibles de lo estrictamente futbolístico y se dedicaron a la no muy sensata tarea de convertirse en empresas con capital accionario y cotización en bolsa.

Tratemos de ver esto desde los ojos de ese taxista que yo conocí en Madrid que había ahorrado durante dos semanas para poder ir al Santiago Bernabeu a ver a "su equipo" (¿en verdad seguía siendo suyo?). El hablaba desde su modestísima posición; mientras tanto su equipo juntaba millones de euros vendiendo bisutería enteramente desechable para comprar a otra estrella internacionalmente refulgente. Y mi taxista me enseñaba su modestísimo boleto y se sentía parte de esta vanidosa feria.

Por algún tiempo, todo pareció funcionar de maravilla. El Real Madrid era la envidia general. Las mismas infanterías que apoyaban al equipo se contagiaron de este nuevorriquismo matritense. Todos se sentían dueños de Ronaldo y de Zidane y de Beckham. En verdad lo creían. Yo fui a ver a los famosos "galácticos" hace algunos meses y me quedé muy impresionado por la obsesiva y generalizada venta de mercancías prestigiadas exclusivamente por el oropel del equipo. Del mismo modo, me...

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