¡Dame mi cocol!

AutorÉrika Dávila

México está hecho de maíz, trigo, cajeta, vainilla, canela, coco, pasas, anís y caña de azúcar, entre muchos otros ingredientes, pero son éstos en especial los que le dan forma a su geografía, semejante a un cuerno de la abundancia, repleta de dulces y panes.

Desde que en tierras aztecas se comenzó a utilizar el maíz, así como la harina y la caña de azúcar del Viejo Continente, los hornos del País desprenden ese olor a pan recién hecho enriquecido con los ingredientes típicos de cada estado.

La variedad de panes, tanto los aprendidos de las manos extranjeras que llegaron a México, como los típicos que engalanan las mesas de cada región, es tan amplia como la cantidad de rincones gastronómicos que hay, en donde además se alegra el paladar con trocitos acaramelados de dulces tradicionales.

El chef Israel Ortiz, especializado en panadería y catedrático de la Universidad Regiomontana, indica que la forma de elaborar panes y dulces depende de los recursos culinarios en cada zona del País.

En el norte de México, comenta, se utiliza mucho el piloncillo, la leche quemada y la fruta cristalizada, para ofrecer productos muy regionales.

Por ejemplo, los dulces de tradición en Nuevo León son las glorias de leche quemada con nuez, las bolitas de leche de Marín, los conos y las obleas rellenas de cajeta, las hojarascas y empanadas, los turcos, el pan de elote y las rosquillas.

La panadería y dulcería del sur del País es a base de huevo, nata, caña de azúcar y especias, por lo que siempre cuentan con alegrías de amaranto, palanquetas, dulces de camote, semitas poblanas, panes de pulque y huevo, cocoles y panqué de maíz.

"En el centro de la República...

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