¡Ah bárbaro!

AutorHugo Hernández

He visto una película en la que un hombre se acerca a la muerte. Su esposa, o su ex esposa (qué más da: la mujer para la que él fue "el hombre de su vida") llama al hijo que procrearon juntos pero que sólo ella educó, que se encuentra distanciado del padre y vive, burgués, en el extranjero. He visto una película que reflexiona sobre el status quo nacional, que da cuenta de algo que se echó a perder en algún momento, que registra un estado decadente. He visto a un hombre que apela a la lucidez hasta que la muerte lo separe de ella. He visto cómo este hombre, lúcido profesor universitario, cesado y humillado, se siente un fracasado. He visto a un hombre sensible a la inteligencia, que se sabe heredero de los más selectos frutos del pensamiento occidental. O, mejor, he visto dos. De esto me he dado cuenta apenas me seco los ojos y me sueno el cerebro, para despejarlo de tanto nudo en la garganta, desatado finalmente. He visto a Adolfo Aristarain, el de Lugares Comunes (2202). Y ahora encuentro a su hermano del alma francófono, al quebequense Denys Arcand de Mis Ultimos Días, Las Invasiones Bárbaras (Les Invasions Barbares, 2003). No es una casualidad, no puede ser una casualidad, no debe ser una casualidad.

En su más reciente largo, Arcand retoma los personajes de La Decadencia del Imperio Americano (Le Déclin de l'Empire Americain, 1986) y los reúne alrededor del lecho de muerte de Rémy (Rémy Girard). La reunión es un pretexto para repasar lo vivido, la convivencia un impulso para la reflexión. El canadiense constituye...

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