Wittgenstein y la atribución de estados mentales a animales no humanos: enfoque de las habilidades o contextualismo de la forma de vida.

AutorCrelier, Andrés

[Wittgenstein and the Attribution of Mental States to non-Human Animals: the Ability Approach or Form of Life Contextualism]

Introducción

El objetivo general de este trabajo es doble: en primer lugar, discutir dos interpretaciones alternativas de la posición del Wittgenstein tardío sobre la atribución de conceptos psicológicos referidos a capacidades y estados mentales a animales no humanos (sin prejuzgar sobre su naturaleza conceptual): el "enfoque de las habilidades", que defiende Glock 2017, y el "enfoque del contextualismo de la forma de vida", de von Savigny 2016. (2) En segundo lugar, aplicar estas interpretaciones a algunas líneas recientes de investigación sobre la cognición animal en los ámbitos de la etología cognitiva y la psicología animal y comparada.

Las hipótesis que quiero defender son tres: primero, que ambas interpretaciones tienen sustento en la obra del autor austríaco; segundo, que no son excluyentes, sino complementarias; tercero, que se las puede trasladar al ámbito científico reciente para que sirvan como un marco filosófico adecuado. En correspondencia con esto, en la sección 1 introduzco de manera breve el problema exegético, y en las siguientes dos expongo cada una de las dos interpretaciones. En la sección 4 sostengo la conveniencia de complementarlos. En la sección 5 utilizo el marco wittgensteiniano para comprender el modo en que algunas líneas recientes de investigación sobre la cognición animal proponen sus hipótesis explicativas.

  1. La mente animal en el Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas

    Según algunas interpretaciones, la filosofía de Wittgenstein en la época en que redactaba las Investigaciones filosóficas favorece una posición diferencialista con respecto a la atribución de estados mentales a los animales humanos y no humanos. (3) El pensamiento se constituiría por un sistema convencional de signos de naturaleza esencialmente pública, algo de lo cual los animales no humanos carecen y, por ello, tampoco poseerían los medios para pensar (Rollin 1989, pp. 137 y ss.). Para sustentar esta visión se suele apelar, entre otras cosas, al "argumento del lenguaje privado", que consiste--en un sentido amplio--en una serie de reflexiones sobre la relación entre la conducta y la vida mental, y se enfoca--en un sentido estrecho--en la posibilidad de un lenguaje cuyas palabras tuvieran significado a partir de vivencias privadas que sólo el hablante pudiera conocer. Tal lenguaje sería incomunicable, pues cada cual tiene vivencias distintas o, en todo caso, no parece haber modo de sacarlas a la luz pública para compararlas (Wittgenstein 2017 [1953], [sección] 243-315; cfr. Glock 2010, pp. 284-290). Wittgenstein piensa que un lenguaje de esa naturaleza no sería posible por principio.

    Una exégesis plausible, como la propuesta por Glock 2017, permite cuestionar que este argumento implique que los animales carezcan de vida mental. Si el argumento logra su cometido probatorio (algo que no tengo espacio para tratar aquí), sólo excluye la posibilidad de que los animales no humanos dispongan de un lenguaje en principio incomprensible, o al menos de vehículos sígnicos del pensamiento en principio incomprensibles para, por ejemplo, quienes investigan sus capacidades cognitivas. Pero no se desprende de aquí una dependencia general entre el pensamiento y el lenguaje como supone Rollin, de manera que no se ve afectada la posibilidad de que los animales piensen. Así pues, sin el escollo que representaría el argumento del lenguaje privado, es posible volver la atención hacia las reflexiones explícitas de Wittgenstein sobre la atribución de estados mentales a animales no humanos, y lo primero que salta a la vista es que resultan ambiguas, pues algunas resultan más favorables y otras menos a las atribuciones de conceptos mentales a los animales.

    Para intentar extraer una perspectiva general que supere esta ambigüedad, podemos tomar en cuenta lo siguiente. Resulta claro que las preguntas y sugerencias de Wittgenstein giran en torno al uso de conceptos psicológicos elaborados en el seno de una comunidad humana. Muchas de sus reflexiones indagan hasta qué punto, y con qué legitimidad, podemos extender el uso de esos conceptos fuera de la esfera donde han sido desarrollados y donde en principio se aplican. Una perspectiva general sobre esa extensión se encuentra en pasajes como el siguiente: "[...] sólo podemos decir de los hombres vivos, y de lo que se les asemeje (se comporte análogamente) que tengan sensaciones; vean; estén ciegos; oigan; estén sordos; sean conscientes, o inconscientes." (Wittgenstein 2017 [1953], [sección] 281.) (4)

    Esto podría entenderse como un argumento por analogía según el cual, si una criatura no humana se comporta de manera similar a una persona, podemos describir su conducta con los mismos términos mentales que le aplicaríamos a ésta. El punto de partida es, pues, antropocéntrico, pero este inevitable antropocentrismo no es restrictivo porque no invalida de entrada, ni de manera general, la atribución de predicados mentales a otras especies. En particular, Wittgenstein admite que podemos atribuir sensaciones como el dolor o incluso intencionalidad fuera de la esfera humana: "¿Cuál es la expresión natural de una intención? --Contempla un gato cuando acecha a un pájaro; o un animal cuando quiere huir. ((Conexión con proposiciones sobre sensaciones.))" (Wittgenstein 2017 [1953], [sección] 647.)

    Cuando crece la complejidad de las atribuciones, Wittgenstein se torna más dubitativo: "Podemos representarnos a un animal furioso, temeroso, triste, alegre, asustado. Pero ¿esperanzado? Y ¿por qué no? El perro cree que su dueño está en la puerta. Pero ¿puede también creer que su dueño vendrá pasado mañana?--¿Y qué es lo que no puede? [...]" (Wittgenstein 2017 [1953], [sección] 1, parte II.I.) Adviértase que en estos pasajes la complejidad de las atribuciones aumenta a lo largo de las dos dimensiones, la de la actitud intencional atribuida (enojado, alegre, asustado, esperanzado) y la del contenido proposicional atribuido (que el dueño está en la puerta; que vendrá pasado mañana). En ambos casos, parece desprenderse un gradualismo según el cual podemos atribuir actitudes y contenidos simples, pero no complejos, en una escala que cruza zonas grises donde no contamos con certezas sobre cómo proceder.

    ¿Cuál es la justificación filosófica de esta posición gradualista? No resulta sencillo aventurar una respuesta. Como se sabe, Wittgenstein evita la formulación de argumentos explícitos y sus indagaciones sobre la aplicación de conceptos mentales a no humanos son especialmente tentativas. Como mencioné, en lo que sigue me concentraré en dos interpretaciones plausibles del pensamiento wittgensteiniano en el terreno de la mente animal, es decir, dos maneras de justificar y restringir las atribuciones de capacidades mentales a animales no humanos: el "enfoque de las habilidades" y el "contextualismo de la forma de vida".

    La exposición que sigue se ciñe a los dos comentaristas que menciono. Esto manifiesta que reconozco la pertinencia exegética de ambos enfoques y su potencial para entender las atribuciones mentalistas a animales no humanos. Sin embargo, tomaré distancia de la posibilidad de considerar que alguno de ellos pueda reemplazar por completo al otro. En tal sentido, cuestionaré la idea de que el enfoque del contexto pueda reemplazar al de las habilidades, y también pondré en duda las críticas de Glock al enfoque del contexto. Mi posición general quedará clara cuando, luego de exponer ambos enfoques, proponga un modo de complementarlos.

  2. El enfoque de las habilidades

    La interpretación según la cual la atribución de pensamiento a animales carentes de lenguaje se legitima mediante sus capacidades conductuales goza de consenso entre diversos intérpretes de la última etapa del filósofo vienés (Kenny 1973, p. 150; De Grazia 1994, p. 139) y la ha adoptado Glock, quien la contrasta con el enfoque del contexto. Para los propósitos del presente trabajo, abordaré el enfoque de las habilidades siguiendo el comentario detallado de la obra de Wittgenstein de von Savigny, quien no lo rechaza de plano, aunque lo encuentra limitado.

    Tal como se expresa en las Investigaciones filosóficas, la atribución legítima de conceptos mentales depende de las capacidades expresivas de la criatura, que en principio pueden ser verbales o no verbales en forma indistinta. Esto se aplica a los estados mentales, tanto si se entienden como actitudes intencionales (creer; estar alegre; tener expectativas), como si se entienden en relación con sus respectivos contenidos proposicionales (creer que p; estar alegre sobre q; esperar r) (von Savigny 2016, pp. 41-46). Si nos enfocamos en el contenido, cuanto mayor es la riqueza atribuida, más amplio es el repertorio conductual que la criatura debe tener para manifestar esa riqueza de detalles. Por ello, Wittgenstein acepta que un perro puede creer "que su dueño está en la puerta" pero expresa dudas, y finalmente escepticismo, sobre la posibilidad de que crea "que su dueño vendrá pasado mañana" (Wittgenstein 2017 [1953], [sección] 1, parte II.I).

    Lo mismo se aplica mutatis mutandis a las actitudes intencionales: "Podemos representarnos a un animal furioso, temeroso, triste, alegre, asustado. Pero ¿esperanzado? Y ¿por qué no?" (Wittgenstein 2017, [1953], [sección] 1, parte II.I). Las traducciones al español más utilizadas optan por "esperanzado" para traducir la expresión alemana hoffend (cfr. Wittgenstein 1988 [1953] y Wittgenstein 2017 [1953]) que, en mi opinión, podría traducirse también como "esperando" o "con expectativas". En efecto, "tener esperanzas" sugiere una relación imaginaria con un bien abstracto o lejano, lo cual se encuentra fuera del horizonte mental de un perro y se pierde la relación con los estados anímicos enumerados en la cita. En cambio, esperar algo o tener expectativas sugiere, o al menos admite, una relación con algo concreto e inmediato.

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