Vuelve a soñar en Houston

AutorMaría de Jesús Ávila

REFORMA / Especial

HOUSTON.- Hoy estamos de vuelta en Houston, luego de que la amenaza del huracán 'Rita' hiciera huir a más de la mitad de los 6 millones de personas que habitamos la ciudad.

El pronóstico era que el meteoro alcanzaría aquí la devastadora categoría 5, un grado más que 'Katrina', que destruyó Nueva Orleans. Así que después de sellar puertas y ventanas con madera, y meter la vida en una maleta, salimos corriendo para ponernos a salvo lejos del hogar.

Huimos en estampida motorizada, bajo un calor de más de 40 grados y sin usar el aire acondicionado del coche para ahorrar gasolina; circulando a vuelta de rueda y, en ocasiones, detenidos hasta media hora. Emprendimos el viaje el jueves a las 8:00 horas y logramos llegar a Austin, Texas a las 6:00 horas del viernes.

Junto con mi familia, me refugié en Austin, a donde en condiciones normales se hace un máximo de tres horas, pero esta vez hicimos 22, y sólo nos detuvimos media hora en el camino para dejar dos carros a la buena de Dios, en el estacionamiento de una iglesia, por la angustia de que se nos quedaran a media carretera sin gasolina.

Ahí dejé mi carro lleno de fotos, el CPU de mi computadora, el módem para conectarme al mundo y mi máquina de coser, que era todo lo que llevaba.

Nos acomodamos en otro de los coches que formaba la caravana de familiares y amigos. David, mi bebé, iba encima de almohadas y cobertores, ajeno a la angustia de los mayores. Fue un viaje desesperante de 22 horas.

Las filas de coches, camionetas y casas móviles eran interminables. Hubo gente desesperada que prefirió bajarse del auto y seguir a pie; otros salían corriendo detrás de alguna mascota, parando el tráfico por minutos, pero nadie protestaba por nada, ni un claxon se escuchaba. Íbamos todos en procesión silenciosa hacia un rumbo desconocido, la cuestión era huir de la ciudad.

En el camino, familias enteras salieron a regalar agua fresca, que agradecimos, porque la nuestra, por tantas horas en el coche, se había calentado a punto de provocar diarrea a quien se atreviera a tomarla.

En Austin, obviamente, no había hotel disponible. Pero un amigo había conseguido un cuarto, al que llegamos alrededor de 30 personas a bañarnos.

Luego, un amigo de...

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