DE VUELTA AL RUEDO / El Potrillo y los dinosaurios

AutorMartha Figueroa

Lectores, lectoras, cuando creíamos que lo habíamos visto todo en esta vida, llega alguien ¡y se roba un Dinosaurio! Lo acabo de leer en las noticias y sigo en shock. Bueno, el shock ya lo traía luego de que me gritaron sin parar por la columna anterior. Y yo, ahí, aguantando (ni hablar, son las vicisitudes de practicar el periodismo creativo).

Pero hoy lo que me importa es saber ¿para qué te robas un dinosaurio? (y ¡¿donde lo escondes?!). Se me ocurre que, para sacarlo a pasear, para estacionarlo en tu cochera, para afiliarlo a algún partido político, para asustar a alguien o para regalarlo en Navidad. Lo que el ladrón no sabe, es lo que cuesta el mantenimiento de la criatura (Ja, ja). Perdón que comente este asunto de gravedad entre risas, pero les juro que estoy preocupada porque, precisamente hoy iré a ver el espectáculo Caminando con Dinosaurios y lo voy a extrañar. Pues ya lo saben, si alguien recibe como obsequio un animal con cabeza pequeña, cuello largo y cola robusta, por favor devuélvalo a su dueño.

Aunque lo bonito es ver cómo nos estamos poniendo creativos a la hora de los regalos, ¿no?

A mi amigo Rafa le acaban de mandar un Arcón Navideño muy útil, aunque le destrozó de golpe la autoestima. La canasta es preciosa y en lugar de tener aceitunas rellenas, turrones, sidra, berberechos y piñones, tiene medicinas para la úlcera, la gastritis, crema para las arrugas, pomada para las varices y ungüento para las hemorroides. Igual la intención era buena, aunque, podían haber incluido un par de medias antitrombosis.

Hasta la mañana de hoy, esta columnista sólo había recibido un regalo, aunque por la caja creí que era una pizza. Pero no. Me emocionó el remitente: Alejandro Fernández. Dicho sea de paso, uno de los...

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