El vuelo de González Iñárritu

AutorMario Abner Colina

Alejandro González Iñárritu se le oye poco atento, como si tuviera la mente en otro lado.

Jamás deja de ser cortés, pero suena a que, más que atender una entrevista, preferiría volver de inmediato a lo que sabe hacer mejor: dirigir.

Al otro lado del teléfono, dice que se encuentra en la Calgary profunda, lejos de todo. Allí rueda desde hace seis meses The Revenant, una oscura historia ubicada en el siglo XIX sobre un hombre (Leonardo DiCaprio) atracado y dado por muerto, que decide cobrar venganza.

El chilango, conocido como El Negro, ha estado en Canadá, con DiCaprio y el fotógrafo mexicano Emmanuel Lubezki, los últimos seis meses. Prolongará su estadía hasta mayo.

El larguísimo rodaje se debe a que decidió hacer la película en orden cronológico, algo impensable en Hollywood por los gastos que eso significa. A esa locura en la industria le agregó el reto de querer rodar únicamente con luz natural.

No es nada fácil hablar en estos momentos con el famoso director de cabello rizado y barba de chivo, cuya obra es admirada por las antípodas de la industria: desde Kristen Stewart, protagonista de Crepúsculo, hasta Irene Jacob, musa de Krzysztof Kieslowski.

Su agente de prensa en México, tras innumerables peticiones formales, no se compromete a conseguir entrevistas. Dice que pasará la petición a Estados Unidos. Lo mismo la publirrelacionista en el país de su película Birdman (o La inesperada virtud de la ignorancia), que comparte con El Gran Hotel Budapest el máximo número de nominaciones para el Óscar este año: nueve.

Aunque es precisamente ella, al final, quien manda un correo urgente: "AGI da hoy la entrevista. Es todo lo que habrá".

Desde Los Ángeles, una asistente llama para hacer el enlace y tarda un par de minutos en dar con su jefe, pues allí, en el remoto Calgary, hay poca señal.

La llamada se corta. Tras restablecer la conexión, se escucha la inconfundible voz de locutor del cineasta. Luego de intercambiar los correspondientes saludos, inicia la charla.

-¿Sientes responsabilidad o presión porque tu película es la más nominada en el Óscar? -se le pregunta. Medita su respuesta unos segundos.

-¿Responsabilidad? Para nada. Esto es una celebración. Estar en un grupo de selectos, de las mejores películas, es un triunfo que nadie te puede quitar.

Su filme, de humor negro, estelarizado por Michael Keaton, competirá por nueve estatuillas y, él, por mejor director, película y guión.

Podría alzarse con su primer Óscar como mejor director, honor que obtuvo el año pasado su compatriota y amigo Alfonso Cuarón, pero no le quita el sueño. Prefiere resaltar los reconocimientos colectivos.

-Me encanta el Óscar de guionista porque la comparto con tres de mis grandes amigos (Armando Bo, Nicolás Giacobone y Alexander Dinelaris) con quienes empecé este viaje (Birdman) hace más de tres años. La verdad que me hace sentir muy orgulloso el poder compartir con ellos esta nominación -comenta.

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Director, productor, escritor y editor, González Iñárritu (o G. Iñárritu, como decidió firmar su película Birdman) está en los cuernos de la Luna a sus 51 años.

Debutó como cineasta en 2000 con Amores Perros, juego narrativo fragmentario, ensamblado como rompecabezas con historias sobre la relación entre las personas y los perros. Ha...

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