Votan entre golpes

AutorHomero Fernández

BARCELONA.- Cataluña celebró ayer un referendo independentista marcado por la violencia policial y las irregularidades.

Tras una jornada que se saldó con 844 civiles y 33 agentes heridos a causa de los disturbios en los centros de votación, donde las autoridades españolas intentaron impedir la consulta, las cifras oficiales arrojaron un resultado de 90 por ciento a favor del "Sí" a la independencia y una participación del 42.7 por ciento del electorado.

"El Govern trasladará en los próximos días al Parlament, sede y expresión de la soberanía de nuestro pueblo, los resultados para que actúe de acuerdo con lo previsto en la Ley de Referéndum", señaló ayer el líder regional, Carles Puigdemont, al abrir oficialmente la puerta a la separación de España.

Las primeras imágenes de la televisión mostraron a la gente organizando las casillas y también cómo la Guardia Civil y la Policía Nacional iban tomando posiciones.

La Policía estatal, los Mossos d'Esquadra, hacían poco y nada para cumplir con el mandato de impedir el referendo, lo que desataría 7 investigaciones judiciales por desobediencia.

De pronto, la atención de la transmisión en vivo de la televisión estatal se centró en Sant Julià de Ramis, donde estaba previsto que votara el Presidente Puigdemont.

La Guardia Civil cargó contra la gente que estaba en los accesos. Primero los sacaron y luego rompieron las puertas. Ingresaron y comenzaron a forcejear con los que se acostaban en el piso, sin distinción de género ni de edad.

Roto el débil obstáculo, revisaron habitación por habitación hasta que encontraron las urnas. Salieron entre gritos y protestas de los que allí estaban. Luego se supo que Puigdemont había cambiado de coche debajo de un puente para eludir al helicóptero policial que lo monitoreaba y se dirigió a otro lugar de votación.

El retiro de las urnas iba a ser la tónica de las intervenciones policiales, aunque luego se registraron hechos más violentos que circularon por las redes y por los medios. Terminaron siendo el símbolo para la causa independentista y la mancha política del Gobierno español, porque provocaron pronunciamientos de jerarcas europeos, como el Primer ministro de Bélgica, condenando la violencia y llamando al diálogo.

Al final de la tarde, pese a los puntos de alta tensión, los independentistas esperaban el cierre de las mesas en un ambiente de fiesta, mientras que los representantes de los partidos antisoberanistas se encargaban de afirmar en los medios que la...

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