La voluntad moderna

AutorSergio González Rodríguez

Con Anaïs Nin (1903-1977), se vuelve a refrendar la vigencia del aforismo clásico que indica: "infancia es destino". Nacida en Neuilly en 1903, hija del pianista de ascendencia catalana Joaquín Nin y de la cantante franco-danesa Rosa Cumel, ambos nacidos en Cuba, Anaïs Nin viajó a los 11 años a Nueva York con su madre -ya divorciada-, y comenzó a escribir sus célebres Diarios, que no dejarían jamás de acompañarla.

La vida de Anaïs Nin se caracterizará, en adelante, por su fervor grafomaniaco y el impacto de la experiencia de los viajes en su vida. La introspección y el sentido del desplazamiento, que se asumen como un desafío íntimo de apropiación del mundo. Esto, mediante el cuerpo que reflexiona y, a la vez, por la mente que ejerce una hipersensibilidad en la aventura de los distingos cosmopolitas.

A los 20 años de edad, Anaïs Nin contrae matrimonio con el banquero Hugo Guiler, y se instala en París, donde vivirá el esplendor y la efervescencia en la mismísima metrópolis de la modernidad y las vanguardias, sobre todo, el impacto del surrealismo con su revolución de la vida cotidiana a través de la poesía. En esta urbe, cuyo clímax liberal, intelectualizado y pleno de desplantes estetizantes se ha convertido en el emblema de los "tiempos modernos" -como lo atestiguó Ernest Hemingway en su libro París era una fiesta-, permanecerá hasta los años 40 (excepto un impasse de año y medio en Nueva York entre 1934 y 1936). Luego, se instalará en esta ciudad estadounidense, su refugio casi hasta el final de su vida, que la sorprende en Los Angeles, en 1977, a donde había decidido su última residencia.

Resultaría imposible comprender la obra de Anaïs Nin sin dejar de referirse a la influencia decisiva del psicoanálisis y el auge de la teoría creadora alrededor del flujo del inconsciente. Sus mejores vínculos amistosos y literarios se dieron con figuras que establecían una constancia prospectiva acerca del papel del deseo en la creación literaria, por ejemplo, el narrador vitalista Henry Miller, el heterodoxo escénico y profeta de la escatología Antonin Artaud y, por último, el psicoanalista Otto Rank, del que sería paciente e incluso alumna fugaz en la práctica del psicoanálisis.

Dentro de esta etapa formativa, debe citarse también la apasionada lectura que Anaïs Nin realizó de la gran protagonista femenina de la literatura francesa de principios de siglo 20: Sidonie-Gabrielle Colette, y su empresa inquisitiva en torno del temperamento y la...

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