Vivirá encuentro con 'megarrealidad' de los regios

AutorVicente Guerrero

Afable y dispuesto a la conversación, el nuevo Arzobispo de Monterrey, Francisco Robles Ortega, se define a sí mismo como un hombre común, sensible y de muchos amigos.

Poco antes de partir desde Toluca hacia esta ciudad donde asumirá el cargo este lunes, el nuevo prelado se dio tiempo para la reflexión sobre este cambio que le provoca un sólo temor: no conocer aún la "megarrealidad" de Monterrey, aunque confía en la comprensión de los fieles.

"No tengo la realidad de Monterrey, el conocimiento pleno de ella, temo que de momento yo parezca como de otro planeta", dice entre risas.

"Pero un poco se mitiga porque sé que hay la comprensión de todos de que no estoy obligado a conocer la vida a detalle de todas las diócesis. Yo conozco la de Toluca, doy razón amplia de lo que conozco, pero así voy a conocer un día a Monterrey", agrega.

Entre sus prioridades, enfatiza, es estar cerca de todos los sectores de la Iglesia y para ello piensa acercarse a las comunidades, ver físicamente donde está el templo, la parroquia o el barrio.

"Yo soy sucesor de los apóstoles, servidor del Evangelio, mi misión específica es predicarlo, santificar a los fieles y conducir la Iglesia de Monterrey por los caminos que marca el magisterio de la Iglesia". A sus 54 años de edad, Robles Ortega considera que tiene que apurarse a dar lo máximo porque la vida pasa muy rápido.

"Estos 12 años en Toluca, ahora que se trata de irme de aquí, los veo y yo no sé cómo se me fueron. Entonces, viéndolo a futuro, me urge entregarme más a plenitud a mi misión", señala.

La experiencia acumulada en esos 12 años en una gran Iglesia, dice, de diferentes características, pero con los más graves retos, es el mejor bagaje que se trae a esta ciudad.

El hombre que va a dirigir los destinos de los católicos de la Arquidiócesis de Monterrey siente que es un hombre común, con sus momentos de ánimo y desaliento, pero a su favor tiene un acopio muy particular.

"La fe, la gracia de Dios, la conciencia de que yo no dependo de mí, sino que Dios me ha elegido, se ha fijado en mí, y que El quiere hacer una obra por medio de mí como instrumento.

"Soy sensible a todo lo que es humano, al amor, al dolor, a la tristeza, a la alegría, al trabajo, al cansancio, a la convivencia, al compartir. Todo esto me es muy propio, pero lo que siento que le da un especial cariz a estas características humanas es la fe".

Y lo que más disfruta hacer, afirma, es dedicarse a su labor.

"Me gusta hacer mi misión, predicar la...

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