Vivir de las pachangas... ajenas

Mónica Archundia(Embargada para sitios en Internet hasta las 24:00 horas locales)MÉXICO, D.F., agosto 30 (EL UNIVERSAL).- Ella comenzó a vender artículos patrios para tener un ingreso hace cuatro años; 12 meses después se convirtió en esposa de uno de los herederos de esta tradición y hoy su pequeña hija forma parte de la tercera generación de comerciantes de este ramo en la Ciudad de México.Karen Lizbeth González Gómez empaqueta aretes, atiende a los clientes y recibe de su proveedor cientos de barbas y bigotes postizos mientras tiene al lado a su hija, para la que dispone de una carreola y una pequeña silla de plástico.Uno de los dos puestos que tiene con su esposo se ubica en la esquina de la avenida 20 de Noviembre y la calle República de Uruguay, en el Centro Histórico, donde el paso de gente es constante.Hasta hace cuatro años no sabía nada del negocio, pero el comercio siempre le llamó la atención y decidió comenzar a trabajar para la mujer que ahora es su cuñada.Le gusta la temporada porque hay más movimiento, se vende fácilmente y hay buenas ganancias sobre productos elaborados, en su mayoría, por ella y su esposo, tal como él aprendió de su madre, Angelina Jerónimo Martínez, de quien heredó la tradición.Angelina, quien ya falleció, aprendió de sus padres el oficio, al igual que sus hermanos, por eso la familia Jerónimo se encuentra distribuida en todo el primer cuadro de la capital, en puestos tricolores con grandes banderas, guías para adornar, pulseras, collares, prendedores, rebozos, moños, 'chicharras' y manitas de...

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