Vivir a medias, morir completo

AutorEmiliano Ruiz Parra

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Xicotepec de Juárez, Puebla.- La fotografía retrata a Albano Ramírez Santos 30 minutos antes de su muerte. Tres policías de boina negra lo someten. Uno más observa a unos cuantos pasos de distancia. Él, de pie, forcejea. Se resiste. Su boca está abierta como si tratara de gritar algo.

Uno de los policías le rodea el cuello con su brazo.

Los otros lo empujan. Quieren meterlo a la patrulla S001029, que conduce Adrián Paz Nieto. Albano, con el brazo izquierdo, se aferra a la puerta blanca del automóvil. Parece desesperado. Rendido. Pero no pierde la fuerza. Habría de morir a bordo de la patrulla en menos de media hora.

Esta fotografía, de Salvador Chávez, se publicó en Metro el viernes 19 de enero con la leyenda "Salvan a suicida de las vías del Metro... pero se les muere cuando lo remitían al MP. Albano Ramírez dice que le habían robado un camión de naranjas".

Albano viste una chamarra de un desgastado color negro. Sus cabellos, también negros, están revueltos y su cara, salvo el rictus desesperado, no tiene ninguna herida, ningún golpe.

Entre los brazos de los policías se asoma una mano que sostiene un celular y que apunta hacia la boca abierta del hombre. No lleva uniforme. Quizá sea de algún reportero. Quizá esté tratando de registrar sus gritos.

Casualmente había medios informativos en la estación ya que ese día se presentaba el operativo "Doble Muro", llevado a cabo por la Policía de Élite de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

Ahí, también, estaba el titular de esa dependencia, Joel Ortega.

El luto

El luto sabe a mole negro, a tamales y a ponche de frutas. El domingo 28 de enero concluyen los rosarios en la casa de Albano, en Xicotepec de Juárez, su pueblo natal, en la Sierra Norte de Puebla. Ya sus familiares y amigos han ido nueve noches a rezar por su alma y toca al difunto corresponder la atención con una cena para los dolientes.

"Albano es el que da la comida", afirma su hermana Rosa. Se han cumplido 10 días de su muerte y nueve de su sepelio. Además de la cena, los dolientes peregrinarán hasta el panteón, la nueva morada del camionero de 45 años.

Su viuda, Rocío Martínez, a veces cree oír el motor del camión llegando a su casa. Cada vez que tocan a la puerta cree reconocer el golpe en hilerita que acostumbraba Albano Ramírez Santos. "Todavía no 'me cae el veinte' de que ya no voy a ver a mi esposo".

En su cocina se aprietan unas 20 mujeres, hermanas, primas y vecinas que han pasado el día batiendo la masa. Sobre la mesa, como un regadero de naipes, se acomodan las hojas de papatla, que envolverán los tamales.

En casa de la madre del difunto se preparó el mole negro desde la noche anterior. Se molieron las tortillas, los cocoles, los chiles y las especias.

María Luisa Santos Jiménez perdió al mayor de sus seis hijos.

A Rocío Martínez le quitaron al compañero de 30 años.

El noviazgo se inició en la adolescencia y el matrimonio vino seis años después. Aun cuando Albano se ausentó del pueblo para estudiar en la Universidad de Chapingo, cada fin de semana iba a visitar a su esposa, que se había mudado a la casa de la suegra.

María Luisa viste de negro. Trata de sonreír cuando habla de su hijo, de recordar la vida cotidiana que se apagó el 18 de enero. De su afición al chiltepín, al pan casero de nuez y al básquetbol.

"Hubiera preferido que se hubiera estrellado y lo tuviéramos que sacar con pala, pero que se lo hubiera hecho él", concede, mientras avanza los 100 metros que separan su casa de la casa de su nuera Rocío, en donde Albano vivió hasta su último día.

La casa de Albano se compone de una sala, una recámara, la cocina y un baño. La sala, que servía también de dormitorio, se convierte en una capilla para rezar los rosarios. Las cuatro camas se apilan en la única recámara.

Albano había ido a Tabladero, Veracruz, a despedirse de su abuela, desahuciada de cáncer de colon. En el regreso lo acompañaron su esposa y su nieta Pamela, de 8 meses. De vuelta en Xico, cenó bisteces a la mexicana.

El mayor de sus dos hijos varones, Albano chico, le había pedido que lo dejara acompañarlo al viaje de Gutiérrez Zamora, Veracruz, a la Central de Abastos, en el Distrito Federal. Pero se quedó dormido.

Albano se retrasó y no pudo alcanzar al convoy de cuatro camiones que harían la misma ruta y terminó por irse solo. Siempre prefería salir a la carretera con sus compañeros.

Ahora de Albano sólo quedan fotos. Rocío señala en una de...

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