'Vivir en la calle es mejor'

AutorLuis Cruz

Los jóvenes que viven en la esquina de Artículo 123 y Humboldt, en la Colonia Juárez temen la aparición de una camioneta en la noche porque podrían ser privados de su libertad en supuestos centros de rehabilitación donde los golpean y hasta abusan de ellos.

Víctima de prostitución: Julio

Sufre secuestro y violación

Luis Cruz

Julio dormía una madrugada con un grupo de amigos en la Plaza de Garibaldi después de una "mona" cuando una camioneta blanca frenó bruscamente frente a ellos y varios hombres se les acercaron. En ese momento, la suerte del pequeño de 7 años quedó echada.

A golpes, Julio fue subido a la parte trasera del vehículo y le ordenaron guardar silencio por varias horas.

"Yo tenía una cobija encima, llegó la camioneta y cuando se bajaron, un hombre me subió mi playera a la cabeza, me pegaron y ya no supe de nada hasta por mucho tiempo", recuerda Julio.

La camioneta circuló por varias horas hasta que Julio despertó cuando lo bajaron, se encontraba en el Estado de Michoacán, lo llevaron a una casa donde su bienvenida fue un castigo: "El Buzón".

La tortura consistía en que un hombre alto y fuerte lo cargaba de los tobillos para meterlo en repetidas ocasiones a un tambo lleno de agua.

Han pasado 7 años desde entonces, pero Julio recuerda perfectamente que después del castigo lo desnudaron y lo pararon frente a un espejo con la orden de no hablar, no quejarse, no moverse y no dormirse.

En cuanto empezaba a hacer alguna de esas cosas, el mismo hombre que lo había sumergido de cabeza en el tambo lo golpeaba en la cabeza.

"Me daban de zapes si me empezaba a quedar dormido o nada más por moverme me pegaban, me decían: 'no te duermas cabrón o te voy a dar en la madre'", relató el adolescente.

Al finalizar los castigos, Julio supuso que lo peor ya había pasado, pero el infierno apenas comenzaba: los plagiarios empezaron a cobrar a otros hombres por sostener relaciones sexuales con él.

"Le daban dinero a los señores que me tenían, ellos me desvestían y me decían: 'ponte así' (inclinado sobre algún mueble) y me hacían violaciones varias veces", recuerda.

El pequeño soportaba en silencio los ataques, pues a su edad, no sabía cómo ayudarse a sí mismo.

Sin embargo, no sólo fueron las agresiones y los abusos sexuales una constante en su vida; sus plagiarios también lo obligaban a salir a la calle todos los días para pedir dinero con un bote de metal. No podía volver con las manos vacías si no quería ser recibido a golpes.

En una ocasión, explicó...

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