Ellos viven de la muerte

Cambia maíz por flores

Las tierras de Manuel Bermúdez de la Torre dejaron de producir maíz para plantar el culto a la muerte.

Y no porque se construya un templo a la "Santa Muerte", sino porque año con año siembra flores de cempasúchil y cordón de obispo, ambas tradicionales en las festividades del Día de Muertos.

Cada octubre, desde hace 10 años, su hectárea se pinta de anaranjado y morado, colores típicos de la festividad mexicana.

Su cosecha la distribuye en las florerías del panteón de Mezquitán y en el mercado del mismo nombre, además de que estaciona su camioneta sobre el Periférico para así atraer más clientes.

Aunque tuvo muchas opciones para cultivar en sus tierras, don Manuel prefirió estas flores porque pese a los cuidados que requieren, son menos delicadas.

Además, durante su crecimiento las flores se confunden con plantas silvestres.

"Hay que checarlas cada tercer día porque las plagas están fuertes, fumigarlas, ponerles vitaminas, pero aún así son menos problemáticas y no necesitan tanto cuidado como otras (de ornato) donde la gente se las roba o las pisa", comentó.

Cuando ya le pone más atención a sus flores es a principios de octubre, pues empiezan a brotar y pintar los campos, es ahí cuando llaman la atención y son blanco fácil de los ladrones.

"La gente las busca y las tenemos que cuidar día y noche porque sino, se las roban", expresó.

Fernanda Carapia

Tiene un trabajo poco común

A José Flores Padilla le encanta su trabajo, pero él no es doctor, ingeniero o abogado, sino que se dedica a embalsamar cadáveres en una funeraria de Guadalajara.

"Se dio la oportunidad, la aproveché y me enseñaron a embalsamar, y aquí me quedé", recuerda el joven de 26 años, quien entró a trabajar hace nueve años a la funeraria como chofer.

Diariamente José embalsama alrededor de 15 cadáveres. Para hacer su trabajo les inyecta un producto químico traído desde Estados Unidos para conservarlos.

Si el fallecido tiene heridas de bala en la cabeza, el joven rellena los huecos con cera y les coloca maquillaje. Luego los viste para dejarlos presentables.

"(La mejor parte de mi trabajo es) la satisfacción que le das a la gente al ver el cambio", afirmó el embalsamador.

A José, quien trabaja 24 horas seguidas y descansa otras 24, su empleo lo convierte en el centro de atención en las reuniones con sus amigos y familia.

Entre los planes futuros de José está estudiar más de anatomía para poder desempeñar mejor su labor, pero se niega a ingresar a una...

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